miércoles, 3 de agosto de 2011

En medio de la madriguera del Capital (eternamente) moribundo


Ilustración: "Dante y Virgilio en el Infierno" de Bougerau (1850)

Autor del texto: Jon Juanma *

El protofascismo crece por doquier. El Capital tiene que garantizar su reproducción ampliada y clama por la destrucción de vidas para ajustar la economía de Monopoly de todos estos años de alegre consumo a la economía real: la de de callos, polvo y lumbago. El centro de sistema se desplaza y los papeles del teatro capitalista se redistribuyen tiznando las pieles claras y destiñendo no sin sobresaltos las oscuras, mientras un Planeta cada vez más enfermo (para nosotrxs) agoniza sin respetar aduanas ni certificados de residencia... Mientras tanto, la izquierda anticapitalista, a penas balbuceante, regocijante en su propia incapacidad estructural para romper esquemas, crónicamente impotente entre el trecho que separa sus palabras y sus actos, sectaria en su podredumbre creativa y esqueléticamente magra en su capacidad de confiar en todxs aquellxs que llama compañerxs, da palos de ciego preocupada por salvar los pocos muebles que le quedan y no perderse el cigarrillo de después de. El humo se sabe ortodoxo y elitista, de vanguardia de salón. En esos mismos momentos, una parte del pueblo honesto sale a la calle, se juega el propio pellejo, pero la Izquierda (o lo que queda de ella) no hizo los deberes y son muchos menos los que salen que los muchos que debieran ser por tanto. Tiempos malos para la lírica... ¿Qué decir?

Mientras tanto las máscaras de las democracias saltan a pedazos, con tal ímpetu, que incluso algunos actores y actrices de renombre, como jueces, cirujanos e ingenieros, se asustan al cerciorarse que el suelo que pisaban era de juguete y las paredes sobre las que se creían protegidos no eran más que decorados de cartón-piedra.

A una parte importante de la población mundial le esperan años terroríficos. Nada nuevo en la historia del capitalismo, llena de barro y sangre a raudales. La diferencia es que ahora lxs víctimas no serán ellxs, seremos nosotrxs. Ese nosotrxs que no pocos no fueron y ese ellxs que tampoco.

Sonó el despertador y a nadie le gusta la idea, como suele ser lógico. Para algunos llegó la hora de intentar ser mujeres y hombres de dignidad. Pero no se preocupe que la Historia siempre guarda no pocas páginas en blanco para aquellxs que prefieren seguir siendo niñxs, pasando el tiempo con juegos de infantes consentidos, apuntándose directamente a la sien con armas que no caben en sus manos, a punto de explotar... como sus cuerpos de retoños con nombre, pero sin conciencia, esparcidos por las antiguas calles abandonadas a la impotencia de los anhelos colectivos denigrados, humillados, marginados, descuartizados, barridos.

-¡Sancho, por Dios, querido Sancho, escuche!, ¡Que ya no veo molinos de viento! Deje de jugar con el consolador a pilas que ya la mayoría advirtió que con lo que andaba de menesteres no era ni bella ni doncella. -Entiendo querido Señor, pero con su permiso y su alta sapiencia le pido deje de tratarme como escudero, o de un certero golpe le aseguro le estropearé su hidalgo bigote caballeresco. Pues si bien acierta al afirmar que lo que tengo entre las piernas no es la hermana bastarda y picaresca de su amada Dulcinea, no olvide por el sagrado amor al Altísimo que al menos tiene forma de muñeca. Y al fin y al cabo ya no vivimos en la Castilla vieja sino en el bazar chino de la esquina y el shopping de las afueras.- Le dijo el borracho, obrero y desempleado, al nuevo billete de 100 pesetas que el gobierno había estrenado con el perfil del Quijote diseñado por un tal Barceló, que en el suelo se hallaba ligeramente arrugado, esperando sediento darle un dulce beso a un extenso charco de orina.

Y los molinos de viento segaron el aroma de ilusiones y los hombres y mujeres apenadxs, en lugar de plantar nuevas semillas de donde nacieran nuevas flores, prefirieron dejar de respirar, poco a poco, sin grandes sobresaltos. Al fin y al acabo, haber hecho lo contrario hubiera sido imposible, o por lo menos mucho más difícil. Mejor era esperar con cierta, pero sobrellevable angustia, la obstrucción de todos los orificios corporales. O mejor aún, para los que se la pudieran pagar, conseguir la suave y novedosa inyección letal anunciada en las noticias del Messenger. Aquella que todos los muertos consultados aseguraban, no sólo no dolía, sino que dejaba una bonita y reluciente sonrisa, a prueba de gusanos y heces.

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* Jon Juanma es el pseudónimo de Jon E. Illescas Martínez.

Blog: http://jonjuanma.blogspot.com/

Correo: jonjuanma@gmail.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Mejor era esperar con cierta, pero sobrellevable angustia, la obstrucción de todos los orificios corporales"
Me encanta la acidez de este texto
Se me parece tanto