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domingo, 23 de octubre de 2016

Sobre la segunda edición de “La Dictadura del Videoclip”



Portada obra de Miguel Brieva.

Jon E. Illescas *

Con motivo de la reciente publicación de la segunda edición de “La Dictadura del Videoclip” (El Viejo Topo) me gustaría escribir unas palabras en tanto autor del libro.1

En primer lugar querría reconocer la emoción y la alegría que me suponen que un libro con más de 600 páginas, netamente marxista y absolutamente a contracorriente, haya agotado su primera y ambiciosa primera edición en menos de un año.2 Es una enorme satisfacción demostrar que el método de análisis de la realidad propuesto por Marx y Engels, compuesto por el análisis científico del capitalismo, el materialismo histórico y el compromiso por el futuro socialista, todavía esté en boga (pese a los incansables y denodados intentos de la burguesía por enterrarlo) y sea perfectamente aplicable al estudio de fenómenos tan contemporáneos como el videoclip, la influencia de la industria cultural en la juventud internacional o el poder de la industria musical en Internet. El éxito de público y crítica que ha cosechado el libro entre los especialistas, la comunidad educativa y los propios artistas, así lo atestigua.

Por otra parte, el azar quiso que la primera edición de esta obra tuviera la misma tirada que “El Capital” de Marx, es decir, 1.000 ejemplares. Por supuesto, no estoy estableciendo ninguna comparación en cuanto a la importancia de cada una de ellas. La obra “capital” de Marx es una un trabajo magno (e inacabado) que arrojó un potentísimo haz de luz para entender el capitalismo, todavía inigualado desde aquel lejano 1867 donde apareció la primera edición en alemán. Pero me resulta divertida la coincidencia ya que el estudio de esa obra de Karl Marx fue esencial para desarrollar la larga investigación que fundamentó científicamente la mía,3 a medio camino entre la divulgación científica, el ensayo y la propuesta política. Sin embargo, mientras que la primera edición de “El Capital” tardaría más de dos años en venderse, “La Dictadura del Videoclip” sólo ha necesitado de unos meses. Por supuesto, se trata de obras disímiles en cuanto a su dificultad de lectura, extensión y significación histórica, publicadas en tiempos y espacios dispares. Sin embargo, me gustaría pensar que “La Dictadura del Videoclip” ha supuesto un escalón humilde pero firme en aquella escalera robusta que comenzaron a cimentar Marx y Engels y tantos otros que vinieron después para entender la sociedad actual y superarla construyendo una sociedad sin clases donde la democracia, la justicia y la libertad dejen de ser palabras escritas sobre papel mojado para transformarse en derechos tangibles sobre los que la humanidad alcance cotas de civilización y felicidad superiores.

Desde aquí aprovecho también para agradecer una vez más a todos los que hicieron posible la primera edición. En primer lugar, a Miguel Riera, editor clásico e imprescindible en nuestro país, hombre culto, comprometido y humanista. Intelectual orgánico que decidió apoyar una publicación tan heterodoxa como contrahegemónica con todo su olfato literario y su voluntad militante. Sin él, “La Dictadura del Videoclip”, tal cual la conocemos, jamás hubiera visto la luz. También me gustaría agradecer a Miguel Brieva, magnífico ilustrador y persona, que con su talento ayudara a darle un impulso definitivo al libro. Estoy seguro que muchos lectores leyeron la sinopsis y más adelante se animaron con todo el volumen por el magnífico trabajo que realizó con la portada, la contraportada y las estupendas viñetas que acompañan sus páginas. Sin duda, fue todo un lujo haber contado con uno de mis dibujantes favoritos para el segundo y más importante de mis libros.  Además, me gustaría agradecer las recomendaciones de Salvador López Arnal y los sabios consejos de Rafael Díaz-Salazar junto al trabajo incansable de mi “coach” personal: Juan Manuel Illescas Pérez (mi padre). La persona que a lo largo de los años se ha pertrechado de la suficiente paciencia y tesón para enseñarme a escribir.

También querría agradecer a todos los que ayudaron a difundir el libro con sus generosas y a veces magníficas críticas, como: David Becerra, Daniel Bernabé, Rafael Díaz-Salazar, Víctor Lenore, Ignasi Franch, Ferran Riera, Isa Benítez, Félix Población o Aleu Pons entre muchos otros. También a todos los lectores de la primera edición que me escribieron aportándome sus valiosas críticas, experiencias y sensaciones. Y cómo no, a los trabajadores y trabajadoras de El Viejo Topo, con un agradecimiento especial para Anna Galdón desde las labores de promoción.

Igualmente me gustaría dedicar esta segunda edición a aquella heroica y muchas veces anónima comunidad educativa, compuesta por profesores que no cesan en su empeño de construir un mundo mejor desde las aulas. Trabajadores de la cultura que siguen creyendo en que otra juventud y otro mundo son posibles. No habrá revolución sin juventud y no habrá juventud revolucionaria sin adultos insurgentes que con su labor coherente y contrahegemónica se alejen de la lógica de la sociedad de consumidores compulsivos e irreflexivos que necesita el capitalismo.

No me puedo olvidar tampoco de mandar un agradecimiento profundo y sentido a mi familia y a todos mis amigos por su apoyo (en especial a David Quintanilla), sin cuyo aliento tanto la investigación como la escritura de la “La Dictadura del Videoclip” hubieran resultado insufribles. 

Por último, he de realizar una dedicación muy especial para una persona que ya es imprescindible en mi vida: Cansel Açıkgöz. Una mujer cuya inquebrantable fe en la importancia de “La Dictadura del Videoclip” ha sido fundamental durante los últimos meses de mi vida pues me ha vuelto a recordar el poder revolucionario, maravilloso e internacionalista del amor. Con la suerte adicional que me han mostrado, por primera vez en mi vida, el significado de su expresión más pura y sublime. Ojalá esta segunda edición de un libro tan crítico y militante sirva para que, a fin de cuentas, en el futuro podamos vivir en una sociedad donde la música auténtica, liberada del capital y escrita desde el corazón (con o sin videoclips), nos ayude a todos a amarnos más y mejor. 

* Jon E. Illescas es Licenciado en Bellas Artes y Doctor en Sociología y Comunicación. También es conocido bajo el seudónimo artístico de "Jon Juanma". 




Notas: 
  
 1. Salió de la imprenta entre finales de septiembre y principios de octubre de este 2016, pero llevaba maquetada desde julio del mismo año.

2. El libro llegó a las librerías entre principios de diciembre de 2015 y finales de enero de 2016.

3. La investigación comenzó a mediados de 2009 y finalizó a mediados de 2015.

Ilustración interior de Miguel Brieva.

 

jueves, 21 de mayo de 2015

Pescadores de futuro (Posicionamiento electoral ante el 24M)






Dicen que la mente funciona por asociaciones. Al saber que Cayo volvería a Torrevieja recordé la figura de Cayo Graco, tribuno que defendió a los sectores populares en la Antigua Roma. Pero al acordarme de Roma, mi mente se inundó de escenas de una inolvidable película protagonizaba por Kirk Douglas. Efectivamente, estoy hablando de Espartaco, el gladiador que junto a otros esclavos se rebeló contra la esclavitud. En la historia real la rebelión duró dos años en los que derrotaron al ejército romano en seis ocasiones. A la séptima fueron vencidos y miles de rebeldes fueron crucificados públicamente para que a ningún esclavo más se le ocurriera rebelarse. Entonces, ¿toda aquella lucha no sirvió para nada? Al contrario, por miedo a otras rebeliones la clase dirigente permitió avances. Se produjeron reformas legales que mejoraron la durísima vida de los esclavos. Pero, ¿por qué estos avances nos saben a tan poco? ¡Porque seguían siendo esclavos! Y hoy la esclavitud, con razón, nos parece una brutalidad.


En la actualidad  los que trabajamos ya no somos esclavos de nuestros jefes… ¡bueno!, entiéndase, al menos no somos parte de su propiedad como una silla, un coche o un perro. No nos pueden vender, pero siguen viviendo de nuestro esfuerzo y la sociedad sigue dividida en clases: ahora capitalistas contra trabajadores. Pues igual que  hoy a la inmensa mayoría nos parece una brutalidad la vida de un esclavo del mundo antiguo,  en un futuro nos parecerá una brutalidad la vida de los trabajadores en el mundo actual. Los humanos del futuro estudiarán horrorizados cómo nos quedamos sin trabajo, sin casa, sin comida, sin acceso a la educación o a la sanidad por garantizar los beneficios de las empresas y los bancos de una clase. Afortunadamente no hace falta visitar ese futuro más evolucionado para horrorizarse. A algunos ya nos parece una salvajada y por eso estamos aquí reunidos. ¿Servirá de algo nuestra rebeldía en un presente bárbaro? Por supuesto, los logros del futuro, en nuestra vida o en la sociedad, se construyen con los peldaños que subimos cada día.


Nosotros no somos, o no deberíamos ser, como otros partidos de reciente y mediática creación que venden esperanzas como las empresas venden sus productos en televisión. Les ponen nuevo envoltorio y dicen “vóteme porque soy más joven y fresco, vóteme y se acabarán sus problemas”. No. Nosotros sabemos que mientras exista el capitalismo seguirán existiendo crisis, paro, hambre, guerras y el resto de injusticias que todos conocemos. Podrán cambiar las caras de los multimillonarios o la de aquellos políticos que obedientemente les sirven,  pero seguirán existiendo clases. La ley seguirá sonriendo a quien tenga más dinero.  El teatro de nuestra sociedad seguirá llamándose capitalismo y por eso cada día los asalariados irán a trabajar sin saber si el próximo mes conservarán su puesto en la empresa, si el jefe les hablará mal, si tendrán que hacer horas extras o si podrán tomarse las vacaciones que las leyes aseguran garantizarles. En definitiva, seguirá existiendo la explotación de los trabajadores por el conjunto de la clase dominante. Seguirán contando más los beneficios de unos pocos que el bienestar de la mayoría. Y eso no lo cambiará un voto. Ni por Izquierda Unida ni por nadie. 


Sólo cambiará cuando la mayoría deje de votar a los que venden humo prometiéndonos una vida digna dentro de un sistema explotador. Del mismo modo que no se puede gestionar el esclavismo para que los esclavos sean libres, no se puede gestionar el capitalismo para que las empresas no aplasten los derechos de la mayoría cuando éstos pongan en riesgo sus beneficios. Votar a los compañeros de Izquierda Unida es un paso necesario de los muchos que debemos dar para construir una sociedad superior. Pero el único modo de que las cosas cambien de verdad es que construyamos una sociedad sin clases, donde el trabajo y sus frutos se repartan entre todos, donde la tecnología sirva para reducir la jornada laboral y donde la democracia no sea una extraña que nos visita una vez cada cuatro años. Ese futuro se llama socialismo y lo sepamos o no, lo construimos desde las luchas del presente, como los esclavos o los siervos rebeldes construyeron lo mejor de nuestra sociedad con sus esfuerzos del pasado. 


Torrevieja ha sido tradicionalmente una tierra de pescadores, de trabajadores de la mar que dejaban el calor de sus hogares para faenar y traer el sustento a casa. Hoy hay menos pescadores pero siguen existiendo más trabajadores que señoritos. Todos trabajan duro para sobrevivir con sus familias: camareros, dependientas, transportistas, limpiadores, profesoras,  autónomos, pequeños empresarios y un largo etcétera. Sin embargo, cuando llegan las elecciones Torrevieja se vuelve de nuevo un pueblo de pescadores. Muchos quieren pescar votos y otros pocos quieren pescar futuros pescadores para que a nadie le falten peces. Los que pescan votos, votos comerán y otros les darán su vil sustento a cambio del engaño colectivo. Los que enseñan a pescar peces serán los más queridos por el pueblo.


El futuro socialista no es una utopía sino un proceso en construcción que se acerca cuando trabajamos para que cada vez más personas entiendan su necesidad, la compartan y lo traigan al presente. Cuando salimos a faenar por ese futuro, me gusta saber que voy en un barco lleno de pescadores que luchan por arribar a una orilla mejor. Así ha avanzado la humanidad durante siglos. No hay atajos, sólo ilusión y esfuerzo. No os dejéis engañar por nadie, porque sólo de nuestro trabajo de concienciación e implicación política podemos esperar frutos. No esperéis que nadie os resuelva la papeleta invitándoos  a que metáis la suya en la urna. Sois trabajadores, os pasáis la vida trabajando para otros, no sed ingenuos. ¿Acaso los empresarios hacen vuestro trabajo en la empresa? ¿Por qué lo van a hacer desde la política? Trabajad por vuestros sueños y no olvidad quiénes son vuestros compañeros de viaje. Aquí  me siento entre compañeros. Por eso este domingo y cualquiera que venga no votaré por nadie que no lo sea, no votaré por nadie que no represente a la clase trabajadora. No queremos votos ni peces para que unos pocos sigan engordando con nuestro sacrificio. Queremos trabajadores y trabajadoras concienciados, pescadores de futuro. El domingo sólo es un puerto más de un largo viaje, pero cada puerto cuenta para llegar a nuestro destino.



* El presente artículo fue la reflexión que realicé al inicio del acto central de campaña en Torrevieja, con la visita de Cayo Lara al municipio el 20 de mayo de 2015. En el mitin intervinieron también los siguientes compañeros: Marga Sanz (Coordinadora de Esquerra Unida País Valencià), Víctor Ferrández (Coordinador de Izquierda Unida Torrevieja y candidato a la alcaldía) y Esther Barceló (cabeza de lista de EUPV por la circunscripción de Alicante).


** Jon Juanma es el seudónimo artístico de Jon E. Illescas Martínez, Licenciado en Bellas Artes y Doctor en Sociología y Comunicación. Correo: jonjuanma@gmail.com Blog: http://jonjuanma.blogspot.com.es/