Jon Juanma *
El lunes estuve viendo el partido de
España contra Croacia en la Eurocopa. Corrijo: estuve viendo un
partido repleto de jugadores millonarios que jugaron en nombre de un
estado llamado España contra otros que lo hicieron en nombre de uno
llamado Croacia. Confieso que lo vi porque me gusta el fútbol, pero
sobre todo por inercia y como excusa para cenar con unos amigos. La
aclaración al lector viene como antesala para hacerle otra de mayor
calado: desde hace tiempo, al igual que procuro comer sano o hacer
ejercicio, intento limpiarme el cuerpo de esa ideología cancerígena
que nos separa y enfrenta a todos los que compartimos hogar en la
Tierra: el nacionalismo.
¿Por qué digo todo esto? En el
descanso del encuentro, mientras los jugadores relajaban sus músculos
y los aficionados hacían lo mismo con sus nervios, en pleno prime
time, Coca-Cola tuvo la poca amabilidad de obsequiarnos
con un anuncio ciertamente obsceno1. El spot se
dividía narrativamente en dos partes. En la primera, aparecían los
medios de (des)información hablando de los desempleados, la prima de
riesgo y la crisis, o sea, el pan de cada día para cualquier sufrido
ciudadano que acostumbre a acompañar las noticias en los últimos
tiempos. Mientras tanto, en la segunda parte (a partir del segundo
22), se narraba la historia de una cercana e ilusoria recuperación
de la economía española en base al esfuerzo colectivo y la
iniciativa empresarial de los españolitos, que con fuerza de
voluntad y fe (en sí mismos), saldrían de este pozo negro en el que
seguimos ahogándonos, llamado crisis. ¿Qué bonito no? El esfuerzo
colectivo (acompañado de música de gladiadores in
crescendo) estaba representado por imágenes de pruebas
históricas de solidaridad auténticas entre los habitantes del
Estado español, como fue el caso de los voluntarios que marcharon a
Galicia a limpiar las playas tiznadas de negro por el Prestige o de
aquellos que ayudaron a sus vecinos tras el terremoto de Lorca. Pero
lo más hiriente de los numerosos ejemplos es que se atrevieron a
mezclar en este pastiche de oportunismo y subsunción simbólica una
recreación de activistas indignados del 15M. Con este anuncio, la
empresa transnacional Coca-Cola, dispara hacia un espectro amplio de
la población (de derecha a izquierda) y ayuda a propagar la
hegemonía de las dos ideologías dominantes de nuestro
sistema-mundo: el individualismo y el nacionalismo-estatal.
La primera les sirve, como
capitalistas, para atomizar e imposibilitar la temida unión de los
trabajadores (véase los mineros), en tanto Coca-Cola forma parte de
los Aparatos Privados de Hegemonía burguesa radicados en la sociedad
civil2. Mientras que con la otra ideología dominante, el
nacionalismo-estatal, generan la energía socializadora que necesitan
para que los trabajadores sigan produciendo (y no se suiciden en
masa) en una sociedad disociada regida por la Ley del Valor, la
explotación, el egoísmo y la neurosis colectiva. En un entramado
social como el actual donde el ser humano es más dependiente que
nunca del resto, pero en el que continuamente se le azuza para que
compita a muerte contra los demás, el Estado y su parafernalia anexa
de marketing (banderitas, toritos, deportistas “nacionales”, etc)
viene a ocupar el lugar espiritual-colectivo que la élite
eclesiástica no consigue generar con la figura de Dios en la
sociedad neoliberal, pues el dinero como fetiche universal no hace
sino socavar su antiguo Reinado en la Tierra3. La nación,
por su parte, es la Madre que lleva el amor al Padre (el Estado), y
de este modo consagra la pretendida familia de todas las familias (el
Estado-nación), aquella que finge amparar a sus hijos mientras ayuda
a machacarlos legislando en favor del Capital transnacional. Una vez
muerto Dios, para muchos, y Marx, para otros tantos, el nacionalismo
es el amor del Padre perdido pero todavía anhelado en su imposible
regreso (Estado keneysiano) sanador-redentor de las masas expropiadas
(los hijos asalariados perdidos en la jungla neoliberal). Para no
volver completamente locos a los proletarios, y mantenerlos en unos
niveles de sociabilización mínimos que les permita emplearlos como
fuerza de trabajo, las élites capitalistas, por medio de sus
mandarines, necesitan crear esa falsa unión entre individuo
disociado y colectivo mistificado. Justo en el preciso momento en
que los magnates no tienen problemas para trasladar su capital e
invertirlo (o atesorarlo) en cualquier lugar del mundo, tienen la
poca vergüenza de vendernos la ideología que afirma que a lo mejor
que podemos aspirar como asalariados, en este planeta interconectado,
es a vivir separados por aduanas, permisos de trabajo y residencia,
mientras ellos se limpian el culo con las banderas que nosotros, o
algunos de nosotros, adoramos. Nuestros ojos clavados con orgullo en
sus telas pintadas, provocan no pocas risas y satisfacciones entre
aquellos que transitan tragando billetes y escupiendo primas de
riesgo.
El spot de Coca-Cola contiene un
mensaje ideológico bicefálico muy poderoso que intenta convertir en
sentido común lo que es una mentira fragante: “si todos
colaboramos y trabajamos juntos codo con codo, podremos salir de esta
crisis”. Para empezar la crisis es sólo “propiedad” de la gran
mayoría, mientras una minoría pluripropietaria se está pegando un
atracón de plusvalor viviendo una auténtica orgía de adquisiciones
de activos a precio de saldo4. En este contexto, la
empresa Coca-Cola nos anima a ser buenos españoles. Esto es: a creer
que nadie “de los nuestros” nos explota y a abrazar la ideología
nacionalista-estatal, para que si en algún momento las élites
degeneradas que mueve la economía-mundo consideraran necesitan una
guerra, igual que ahora nos animan a apoyar a “la roja” como
“gladiadores” (bebiendo una cola fría, faltaría más), llegado
el momento, nos animarían a luchar codo con codo, fusil contra
fusil, contra los “malditos italianos”, “alemanes”, “chinos”
o “los extranjeros” que sean dependiendo de la cobertura
internacional. Pero la guerra sería entre los asalariados (como la I
y la II GM)... ¡faltaría más! Nunca contra italianos o alemanes de
cualquier tipo, ni mucho menos como ellos, porque recuerde: ellos no
existen cuando hay problemas. Sólo existimos los tontos que todavía
vivimos bajo la sombra de las banderas, la dureza de las aduanas y la
carestía crónica de no tener suficientes papeles por ser “de
fuera” de tal o cual tierra dividida por tal o cual jodida bandera.
Recordemos a este respecto que en 1919 había solamente 23 estados en
Europa, mientras que en 1994 ya eran 51, y en la actualidad son casi
200 en todo el mundo, mientras que en 1945 eran unos 60. ¿Por qué
el capitalismo necesita crear más estados pese a todas las
organizaciones supraestatales que se ha visto obligado a levantar por
el desarrollo y la mundialización de los medios de producción y
comunicación? Fácil: porque el sistema precisa de una libertad
global para el capital y más barreras en las cuales
encerrar/encapsular a los trabajadores para exprimirlos con más
fuerza hasta que de ellos sólo quede la gelatina de la que hablaba
Marx en “El Capital”. Simple división internacional del trabajo.
El león corre libre (y mata más fácil) mientras los antílopes
esperan su muerte en la charca vallada.
Coca-Cola junto a Rajoy, Rubalcaba y el
Rey, al compás de Merkel, Obama y Barroso, nos recuerdan
constantemente que somos españoles, pero todos ellos son títeres
de apellidos que a penas logramos intuir y a los que el común de los
mortales les damos absolutamente igual. Ante esto, por nuestra parte,
no deberíamos olvidar que somos seres humanos, que el Capital no
tiene patria y nosotros tampoco la tendremos hasta que la
construyamos con nuestras propias manos. Esa patria se llamará
socialismo mundial y no debiera alzar otra tela en su nombre que la
coloreada por el internacionalismo, el mismo que late y bombea bajo
las diferentes pieles que conforman la infinita belleza de nuestros
millones de rostros. ¿Utópico hablar de socialismo mundial? Utópico
es pensar que de este pozo nos van a sacar los mismos que día a día
nos hunden más al fondo. Así que comencemos a hablar de socialismo
sin miedo, porque después tocará construirlo. Ni patria ni
banderas, o socialismo mundial o la muerte que nos acecha. Los
tambores de guerra ya resuenan en el horizonte de un futuro cercano.
No olvidemos que es una salida fácil para el sistema: bombas
vendidas, bombas lanzadas, nuevas bombas, muchos muertos y
reconstrucción. Resultado: eliminación del ejército de reserva
excedente y creación de nuevos empleos. Se llama destrucción
creativa made in Capitalismo “realmente
existente”, no capitalismo vendido ni soñado.
Así que construir el socialismo
mundial donde los trabajadores tengamos los mismos derechos y vivamos
respetando la libertad de cada cual, es una premisa mínima que
debemos cumplir si queremos vivir con la luz de la dignidad como
especie4. Es la única alternativa para no continuar
arrastrándonos como gusanos bajo las prolongadas sombras del
terrorismo de los mercados, tras los que, como las grandes sociedades
anónimas, se esconden los mayores explotadores del género humano:
la élite capitalista más poderosa jamás parida gracias al peso de
nuestra desidia hipotecariamente acumulada.
Jon Juanma es el
seudónimo de Jon E. Illescas Martínez, activista, artista e
investigador FCM en la Universidad Complutense de Madrid y la
Universidad de Alicante. Recientemente ha publicado el libro “
Nepal, la revolución desconocida. Crisis permanente en la tierra de
Buda” (Editorial: La Caída).
Notas:
1.
El
spot
es
conceptualmente
y
éticamente
reprobable,
para
ser
exactos,
pues
nada
tengo
que
decir
de
su
factura
audiovisual.
El
dinero,
como
mercancía
equivalente
general,
tiene
el
poder
de
atraer
a
los
mejores
profesionales
mercenarios
y/o
confundidos.
El
visionado
del
anuncio
demostrará
que
una(s)
imagen(es)
vale(n)
más
que
mil
palabras:
http://www.youtube.com/watch?v=C63ummLZ26A
2.
Todo ello siguiendo el arsenal conceptual de Gramsci en sus
“Cuadernos de la cárcel”.
3.
ILLESCAS
MARTÍNEZ,
Jon
E
(2009),
“Estetización
y
mistificación
de
la
vida
en
el
sistema
publicitario”.
Ver:
http://www.rebelion.org/docs/89506.pdf
4.
La banca y la gran burguesía que controlan la gestión de los
capitales financieros están destruyendo los negocios de los pequeños
empresarios que deben entregar o malvender sus activos ante la
imposibilidad o las dificultades de devolver la deuda con la que
financiaban sus negocios.
5.
E incluso, para muchos de nosotros, como individuos.
2 comentarios:
Que razón tienes !
Ese mismo dia ví tambien ese nauseabundo anuncio .
Sentí en lo más profundo de mi alma , un desasosiego y una indignación indescriptibles .
Se aprópian de conceptos como la solidaridad , generosidad , etc ... sin el más mínimo atisbo de verguenza .
Menuda catadura moral deben tener los publicistas y gente de marketing responsables de ese anuncio .
Por ese mismo sentimiento que comentas, tuve que escribir el artículo Javi. Lamentablemente, mucha gente ya se está acostumbrando a todo. La crisis económica deriva en una crisis ética si no respondemos en sentido contrario. Abrazo.
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