Jon Juanma *
“La
política es una guerra sin efusión de sangre, y la guerra, una
política con efusión de sangre”.
Mao
Zedong (毛泽东)
Si ya es difícil que
los medios de (des)información masivos nos hablen de revoluciones
cuando no son del color de las naranjas, más complicado es que lo
hagan de una que desprende un rojo tan intenso como la nepalí.
Situada entre dos de las principales potencias mundiales, India y
China, la revolución de este país de 30 millones de habitantes
continúa
dieciséis años después de que la insurgencia maoísta
declarara la guerra a la monarquía en 1996. La revolución prosigue
su camino, pero cada vez más como un rompecabezas que no cesa de
fragmentarse. Hagamos un poco de memoria...
Durante la guerra civil
los maoístas se financiaron mediante el robo de bancos y la
extorsión de capitalistas, terratenientes y “reaccionarios”
junto a la ayuda de organizaciones guerrilleras y populares
solidarias con su causa, repartidas principalmente por el sureste
asiático. Allí donde controlaron el territorio, los insurgentes
establecieron comunas populares al estilo de Mao en la Guerra Civil
China (1927/1949) y los obreros junto a los campesinos maoístas
ocuparon fábricas y sobre todo latifundios de terratenientes (pues
la presencia maoísta era predominantemente rural, en un país donde
el 80% de su población vive en el campo). Además, lograron mejorar
en mucho la situación de la mujer y los intocables. Allí donde
instalaron “gobiernos populares” su situación cambió de forma
radical empoderándolos de un modo inédito en toda su historia. No
en vano, en el caso de las mujeres, el 40% de la guerrilla estaba
formado por ellas1. Frente a esto, el saldo de costos
humanos mensurables por los enfrentamientos armados entre insurgentes
y fuerzas promonárquicas fue de más de 13 000 muertos y 100 000
desplazados. Los cuales asolaron el país, una vez acabada la
demoniaca sinfonía de disparos de fusiles y explosiones de minas.
Después de una década
de conflicto armado, en 2006, las fuerzas beligerantes alcanzaron un
principio de acuerdo de paz que finalizó lo que Mao llamaba
“política con efusión de sangre”, esto es: la guerra. El
acuerdo de paz fue supervisado por la ONU que años más tarde
abandonaría el país ante el desacuerdo de los partidos por renovar
la misión de paz. Con el final de la guerra y la aprobación de una
constitución interina que ya no contemplaba al rey como jefe del
Estado (pero que tampoco abolía la monarquía), el conflicto armado
dejaría paso a la política, esto es, volviendo a la cita del líder
chino: la “guerra sin efusión de sangre”. Pero no sería una
política dominada por las risas y las palmaditas en la espalda de
cara a la galería, del tipo a la que tan acostumbrados estamos en la
mayoría de países de la UE; sino atravesada de lucha de clases,
candente, tensa y desbordante. Política salpicada de
numerosas movilizaciones populares que desde la calle presionaban a
la Asamblea y les recordaban a los políticos profesionales de
cualquier color político, de dónde emanaba la
auténtica soberanía, frente a los designios del capital
transnacional fragmentado y representado por diferentes
actores internacionales como los Estados Unidos, la India, China o la
Unión Europea con Alemania a la cabeza.
En el 2008, los
resultados de las elecciones para la Asamblea Constituyente
sorprendieron a propios y extraños con el triunfo de los
exguerrilleros maoístas, los cuales fueron seguidos a bastante
distancia por el Congreso Nepalí (CN) de centro-derecha y el Partido
Comunista de Nepal-Unificación Marxista Leninista (PCN-UML), pese
al nombre, una mezcla de socialdemócratas y
“eurocomunistas”2. La voluntad popular, aun teniendo
en cuenta la distorsión de voto propia de toda ley electoral
“representativa”, produjo una correlación de fuerzas en la
Asamblea favorable a los partidos englobados dentro de una “izquierda
amplia” (desde los maoístas hasta los socialdemócratas de
izquierda). Estos partidos recibieron el doble de votos que los de la
“derecha amplia” (desde social-liberales hasta minorías de
monárquicos radicales).
Pero
aun con esta mayoría de izquierdas, y pese a que en su
primera sesión del 28 de mayo de 2008 fue proclamada la República;
después de cuatro años de Asamblea Constituyente, Nepal sigue sin
tener nueva Constitución. Las negociaciones políticas han fracasado
ante la imposible cuadratura del círculo entre fuerzas
representantes del capitalismo transnacional, las élites nacionales,
el gobierno injerencista indio, los EUA y la UE por una parte; y las
de las clases populares, por otra. Todo esto tiene su reflejo no sólo
en los principales partidos sino entre ellos mismos y sus principales
líderes. Es lo que el todavía primer ministro maoísta, Baburam
Bhattarai, designó como los tres círculos concéntricos de
contradicciones: los existentes en el interior de los partidos entre
las diversas facciones, entre los diferentes partidos y entre los
intereses nacionales y extranjeros. A finales de mayo de este año,
Bhattarai, después de que los asambleístas sobrepasaran otra vez el
plazo legal para redactar la constitución republicana, decidió
disolver la Asamblea Constituyente y convocar nuevas elecciones para
noviembre próximo, en contra de la voluntad de muchos políticos,
incluso algunos de su propio partido. El principal escollo que
impidió la finalización del texto constitucional radicaba en que
los maoístas, Partido Comunista Unificado de Nepal Maoísta
(PCUN(m)), abogaban por una división territorial federal según las
diferentes etnias nepalíes, en consonancia con el significativo Foro
Madhesí. Este último, socio gubernamental de los maoístas, reclama
una mayor autonomía para la región de Terai, junto a las fronteras
de India y el Reino de Bután. Frente a esta posición, el Congreso
Nepalí y los marxistas-leninistas (PCN-UML) abogan por una división
de carácter más económico-geográfico. El quid de la cuestión no
es sólo los derechos de los diferentes pueblos de Nepal con sus
varias decenas de lenguas habladas, sino cómo quedarían estipuladas
las divisiones electorales y a qué partidos beneficiarían3.
Por
otra parte, para echar más leña
al fuego, se ha producido una escisión importante dentro del partido
maoísta. Liderada por el ala autoproclamada “revolucionaria” de
Kiran4, se ha formado un nuevo partido llamado Partido
Comunista de Nepal Maoísta (la única diferencia con el anterior
maoísta es la ausencia del término “Unificado”)5.
Con aproximadamente un tercio de los altos cargos (y los diputados)
del antiguo partido y un importante apoyo de sus juventudes y lo que
queda del ELP (Ejército de Liberación Popular), esta
ala “izquierdista” venía un tiempo denunciando la deriva
centrista del actual tándem maoísta formado por el presidente del
partido “Prachanda” (antiguo líder guerrillero y primer ministro
del gobierno republicano) junto al citado primer ministro Baburam
Bhattarai (vicepresidente del partido). El ala “revolucionaria”
de Kiran y otros líderes del nuevo partido como Badal6
denuncian el aburguesamiento de los líderes del partido “madre”
(en especial de Prachanda), la falta de transparencia económica, su
pusilanimidad con los intereses injerencistas del capital indio y la
incapacidad de Bhattarai para cumplir las promesas realizadas a los
obreros, campesinos, mujeres, dalits7,
indígenas y al resto de los sectores populares nepalíes. Por todo
ello, exigen la dimisión de su antiguo camarada Bhattarai, al igual
que paradójicamente también la demandan el CN, los
marxistas-leninistas y una parte de los propios maoístas que
permanecen en el partido “nodriza”. Sin embargo los movimientos
del nuevo partido maoísta son contradictorios, pues Kiran afirma,
por ejemplo, que los maoístas “revolucionarios” no tienen
intención de presentarse a las elecciones de noviembre, pero tampoco
lo descartan, dejando
el asunto como una cuestión todavía por dilucidar.
Por no decidir, los maoístas “díscolos” o “revolucionarios”
tampoco han decidido si volverán a las montañas para reanudar la
“guerra popular” rompiendo por completo, esta vez sí, con el
llamado “Camino Prachanda” (Prachanda's Path);
o por el contrario, seguirán una vía institucional-popular como
defendieron hace tan solo unos meses. Esta vía fue la teorizada por
el ahora criticado como “neorevisionista” Bhattarai. La táctica
consistía en dejar a una parte de la dirigencia del partido fuera de
las instituciones, presionando desde la calle junto a las masas y
evitando de este modo la burocratización de los camaradas con cargos
institucionales, para así avanzar hacia su objetivo de la
implantación del Estado de Nueva Democracia8. El “Camino
Prachanda” en cambio, fue la estrategia política que comenzó el
partido cuando se encontraba en el ecuador de la guerra insurgente en
2001. Según las tesis de Prachanda (“el fiero”), su estrategia
debiera desembocar en lo que solía llamar la conclusión lógica:
los acuerdos de paz y la derrota de las fuerzas reaccionarias. Hoy
día, podemos afirmar que sí se logró una paz (débil) pero no una
derrota de las fuerzas reaccionarias, y mucho menos un cese de la
violencia estructural. Por esa razón, muchos exguerrilleros y
simpatizantes maoístas observan con desilusión lo poco conseguido
por su partido en el gobierno, si tenemos en cuenta el peso de
tantísimos sacrificios en la guerra y los años posteriores de
acantonamiento: leve disminución de la pobreza, algunas mejoras en
la salud pública, supresión de la Haliya9,
mayor transparencia ligada a tímidos intentos de democracia
participativa, licencias generosas para los guerrilleros reinsertados
en la vida civil, cierta progresividad fiscal, acciones para el
mantenimiento de la fauna y la lucha contra el cambio climático,
etc.
Son avances, por supuesto, pero la
sociedad nepalí en su conjunto, continúa marcada por sus
problemas estructurales de siempre: las tremendas desigualdades entre
burgueses, terratenientes y asalariados, su estado semicolonial
respecto a la India, una pobreza transversal asfixiante que le hace
ser uno de los países con una de las Rentas per Cápitas más baja
del mundo (1.300 $)10, una inflación galopante, carencia
de servicios públicos de calidad, corrupción funcionarial, etc. De
este modo, mientras los problemas de
larga duración permanecen casi intactos, el actual gobierno maoísta
se halla perdido en sus esfuerzos
institucionales por aprobar la nueva Constitución y acabar de
reintegrar en el ejército a los exguerrilleros que todavía no lo
han hecho11; mientras,
después de seis años, algunos de ellos todavía esperan
en los campamentos de lona y latas donde la ONU los dejó a la espera
del cumplimiento del acuerdo de paz. Otro problema clave para la no
promulgación del texto constitucional y la disolución de la
Asamblea Constituyente el pasado mayo radica en que la oposición de
derechas quiere que los maoístas devuelvan las tierras ocupadas
durante la guerra. Pero sus bases se niegan por completo mientras
Prachanda y Bhattarai, presionados por estas, prometen que los
campesinos no las abandonarán si no
tienen un plan alternativo de trabajo o las
entregan a cooperativas de agricultores.
Volviendo al líder de
los maoístas escindidos, Kiran, tenemos que resaltar que este
antiguo comandante de la guerrilla se
encontraba preso en la India cuando se firmaron los acuerdos de paz.
Nunca se mostró muy convencido con los acuerdos alcanzados por la
mayoría del partido, menos aún por su posterior desarrollo. Está
en lo cierto cuando afirma que tras los acuerdos los maoístas
renunciaron a mucho y las fuerzas reaccionarias a poco, más allá
del fin de la monarquía y la inclusión de algunos guerrilleros a
las fuerzas de seguridad del Estado. Las élites están intentando
jugar, en términos gramscianos, a realizar una revolución pasiva
en la que mediante el transformismo, coopten a los líderes
maoístas hacia una política reformista alejada de todo horizonte
revolucionario, sin tocar ningún aspecto fundamental del sistema.
Pero Kiran, que parece resistirse a esta
dinámica, se muestra muy contradictorio cuando afirma que no
quiere saber nada de los “revisionistas” de su partido (sus
antiguos “camaradas”, léase Prachanda, Bhattarai y compañía)
mientras aboga por la formación de un gobierno de “unidad
nacional” en el que él no estará ni con los “reaccionarios”
ni con los “revisionistas”. ¿Entonces para qué quiere que se
forme? Además, al poco de la primera reunión del Comité Central
del nuevo partido, tanto Prachanda como Bhattarai pudieron hablar con
él para intentar convencerlo de que su grupo volviera al PCUN(m),
incluso el primer ministro lo visitó en su casa.
Algunos, desde
posiciones de apoyo a Bhattarai y Prachanda, acusan a Kiran (sin
pruebas hasta la fecha) de estar financiado por el depuesto rey
Gyanendra para debilitar al gobierno maoísta y favorecer un golpe de
Estado en el que el exmonarca, con ayuda de
gran parte del ejército y los servicios de inteligencia de
India-EUA, reinstalaría una
“monarquía parlamentaria” con la Carta Magna de 1990 . Esta
jugada política sería vista con muy buenos ojos por el gobierno
indio, y presumiblemente, a falta de un escenario mejor, sería
también apoyada por gran parte de los políticos del statu quo del
Congreso Nepalí y quizás también, por parte de los líderes
marxistas-leninistas. En tal caso los maoístas “revolucionarios”
posiblemente volverían a las montañas con Kiran convertido en líder
maoísta y la estrategia de negociación de Prachanda-Bhattarai
quedaría como un fracaso histórico a los ojos de las masas, con sus
roles públicos totalmente desencajados en la sociedad nepalí.
Podrían o bien tornar a las montañas como escuderos de Kiran o
quedarse a probar suerte en las elecciones de noviembre (si al final
se celebran). Si los resultados fueran decepcionantes porque no
consiguieran que la sección de Kiran se volviese a unir, sus vidas
correrían peligro si perdiesen el suficiente poder para quedar
huérfanos de sus bases armadas, pues como es sabido, ni Roma ni
Nueva Delhi pagan a los traidores. En cambio, si los resultados del
PCUN(m) fueran buenos, dejarían a Kiran y a los suyos que hiciesen
lo que les viniese en gana, pues no en vano, muchos exguerrilleros ya
han sido licenciados o han abandonado los campamentos, por tanto las
fuerzas insurgentes parece que en un principio nada tendrían que ver
con lo que fueron en 2006. En todo caso, la vuelta a la constitución
de 1990, con o sin Kiran detrás, está siendo alentada desde hace
unos meses por una campaña orquestada por varios medios burgueses
tanto nepalíes como indios, que pretenden desplazar la actual
hegemonía hacia sus intereses, aprovechando el hastío cosechado por
los políticos, durante estos cuatro años, en la sociedad civil.
Aunque probablemente, de celebrarse las elecciones, los maoístas
notarían el desgaste, desde las élites (nativas y foráneas) temen
que más lo acusen el CN y los marxistas-leninistas, con lo cual la
presencia maoísta en la nueva Asamblea podría aumentar pese al
descenso de apoyo popular. No en vano, Baburam Bhattarai, pese a las
críticas de no pocos maoístas, goza de muy buena popularidad entre
los electores de otros partidos. Como por ejemplo los profesionales
urbanos nepalíes, que lo ven como “un hombre de país”, ajeno a
los sectarismos que dominan la acción del resto de partidos, de
estilo sobrio a la par que ilustrado y cosmopolita. No en vano es uno
de los dirigentes maoístas más cualificados: Doctor en la
Universidad de Nerhu (India) y alumno de excelencia toda su vida
académica. Bhattarai conecta con parte de las clases medias
angloparlantes por quebrar la visión clasista y medio racista que
tienen de los maoístas, filtrada/caricaturizada por los medios
burgueses que frecuentemente los retratan como: delincuentes,
corruptos, brutos e ignorantes fáciles de manipular con la demagogia
igualitarista predicada por sus dirigentes.
Pero para seguir
complicando las cosas, resulta que el pretendido tándem
“neorevisionista” de Bhattarai-Prachanda (Kiran, dixit) no parece
ser tal. De hecho, Prachanda, como actual Presidente del PCUN(m)
declaró recientemente que si Bhattari (Vicepresidente del partido)
no renunciaba al cargo de Primer Ministro, él lo expulsaría del
PCUN(m). ¿Eso es un tándem? ¿O no será en cambio una estrategia
de Prachanda12 para reunificar el partido aproximándose a
la actual escisión de Kiran para postularse como Presidente de la
República en un futuro cercano, ofreciendo a Kiran el puesto de
Primer Ministro, una vez fulminado Bhattari del panorama político?
A todo este limbo
preelectoral, preinsurgente y/o pregolpista, se le suma la presión
que ejercen los mercados financieros, que por aquellos lares como por
casi todo el orbe, se encuentran “inquietos” ante cualquier
atisbo de que las masas populares alcancen poder político, o
simplemente, se nieguen a aceptar sus designios financieros
criminales. Afortunadamente para los nepalíes, su mercado de stock
todavía no está privatizado y el gobierno obliga a pagar por las
transacciones financieras entre un 5 y un 10% lo que frena las
operaciones especulativas en corto, pese a los reclamos de la
patronal de inversores que demandan una reducción de hasta el
0,1%13.
Por
su parte, Estados Unidos e India, juegan sus fichas para
conseguir que los maoístas nepalíes se pierdan en el escenario
institucional y se moderen (como sucedió con los comunistas indios
que alcanzaron el poder regional en Kerala o Bengala Occidental),
dejando intacto lo fundamental de sus relaciones asimétricas
capitalistas, entre potencias imperialistas y la semicolonia que
Nepal lleva siendo durante décadas. Mientras tanto, China observa
con cautela. Pero también mueve sus
fichas y consigue avanzar posiciones con importantes acuerdos
comerciales como fue el caso del logrado por el gobierno de Bhattarai
con la empresa estatal china 中国
长江 三峡 集团公司(Three Gorges
Corporation) para la construcción de la hidroeléctrica
West-Seti Project por 1600 millones de dólares14.
Además, el gobierno chino le hizo saber a Biplap, importante
dirigente del nuevo partido maoísta de Kiran, que el gigante
asiático no estaba en absoluto contento con la escisión de los
maoístas nepalíes. Temen por sus negocios. En todo este ir y venir
de movimientos en el escenario geopolítico del país del Everest,
el papel de los servicios secretos está siendo fundamental tal y
como demostraron algunos cables publicados por Wikileaks. Estos
mostraron las presiones y los chantajes comerciales y políticos que
EUA y la Unión Europea estaban ejerciendo sobre el gobierno de
Katmandú. Sin olvidar el fuerte espionaje al que la CIA estaba
sometiendo a todos los diputados de la Asamblea Constituyente. En
especial a los maoístas, considerados por los agentes
estadounidenses como “no confiables” en contraste con los
marxistas-leninistas que “sólo son comunistas en el nombre”
(sic). Lo cierto es que ante este espectáculo político deplorable,
enrevesado y exasperante, el pueblo nepalí asiste atónito a la
incapacidad de los políticos de todo signo de solucionar sus
problemas más acuciantes. Probablemente este escenario de fracaso de
la vía negociadora llevará al pueblo o bien al hastío
generalizado, o a la radicalización de sus posiciones.
Así
pues, el país donde nació Buda hace más de 2500 años, se
halla inserto en un nodo explosivo de la actual red de
interdependencias del sistema-mundo capitalista. En esta fase
histórica que estamos viviendo, que podríamos denominar como Nuevo
Orden Multipolar Transitorio (NOMT), la economía-mundo está
sufriendo una nueva crisis de sobreacumulación que le obliga a
revolucionarse buscando nuevos espacios geográficos y culturales
donde seguir acumulando capital por desposesión de las mayorías.
Ello está provocando que países periféricos del centro (como
España o Portugal) desciendan a la semiperiferia en la jerarquía
capitalista y que (algunos) de la semiperiferia avanzada (como
Brasil) asciendan a la semiperiferia del centro15. Durante
los años que dure el NOMT, las potencias del sistema multiestatal
jugarán sus bazas a fin de concentrar
nuevas posibilidades favorables para la acumulación de sus agentes
dirigentes mientras varias de ellas intentarán postularse como
potencia hegemónica planetaria del
mañana. Hasta que ese momento llegue, los Estados Unidos con sus
aliados seguirán perdiendo su anterior estatus hegemónico,
no sin ofrecer resistencias, y por
consiguiente: nuevas guerras, dolor y muerte.
Pero es un sufrimiento
que se halla en el centro de la lógica capitalista y no en la razón
de ser de ningún gobierno concreto. Esa es la ventaja señalada por
Wallerstein del sistema capitalista de dominación interestatal: los
Estados y las potencias hegemónicas son sacrificables, pero la
lógica del sistema permanece inmune, ajena a la suerte de los
primeros. El capital, imperialista por necesidad, como un alien,
incuba los “cuerpos” políticos y extrae el plusvalor de los
pueblos que mejor se adaptan a sus necesidades y una vez estos
desfallecen, busca nuevas instituciones burguesas y seres humanos
tornados mercancías de los que seguir sirviéndose para su
reproducción ampliada. Porque del mismo modo que no puede existir
soberanía sin democracia popular, no puede haber capitalismo sin
estado.
Por tanto, esta lógica
capitalista de genocidio será interpretada con mayor brío por la
potencia política dominante de turno y sus aliados: sin importar
acentos ni colores. El capitalismo, subsumiendo toda creación humana
bajo la forma de la mercancía (unidad fundamental donde se expresa
la riqueza capitalista) seguirá ejerciendo de nivelador16
universal de la especie, bajo la poderosa bota del dinero-capital,
acribillando a la mayoría de los mortales sin importar aquello que
nos hace diversos dentro de nuestra familiaridad universal, como es
el caso de nuestros acentos, destrezas, tendencias sexuales o la
forma de nuestras orejas. El capitalismo seguirá matando/consumiendo
cocineros, oficinistas, guitarristas y profesores; sin importar si
son sirios, jamaicanos, españoles o portugueses; dándole
absolutamente igual si son altos o bajos, feos o guapos, regordetes o
más atractivos que el propio Narciso o su enamorada y desdichada
ninfa Eco. Todos perecerán bajo los bombardeos de la reproducción
ampliada de capital.
En este escenario, los
estados de China e India se vislumbran como los que mayores
posibilidades poseen para suceder a EUA a medio plazo, como lo
demuestran su crecimiento económico y sus crecientes presupuestos
militares17. Si bien, nuevos
acontecimientos que se encuentran a la vuelta de la esquina nos
ayudarán a ver ese relevo hegemónico con mayor precisión. Quizás
se produzcan nuevas guerras que pudieran desembocar en una guerra
mundial de nuevo tipo, pues la “destrucción creativa” siempre ha
sido una buena salida para que los gobiernos burgueses desplazaran
temporal y geográficamente las contradicciones inherentes del
sistema. Todo ello acontecerá, claro está, si las fuerzas populares
volvemos a perder la batalla por la hegemonía, como nos ocurrió al
estallar la I y la II Guerra Mundial.
De
esta forma, si la mayoría de la humanidad y en especial los
asalariados no conseguimos vertebrar una alternativa
contrasistémica mundial que logre la implantación del socialismo
internacional, nuevas épocas de vergüenza y dolor vendrán a
sumarse a la extensa lista que el ser humano ha cosechado desde el
inicio del Neolítico. Largo camino que suma ya más de 12.000 años,
con luces y sombras, regidos por sociedades de clases
vertebradas hacia la explotación de las mayorías. Es, en esta larga
marcha hacia nuestra humanización completa, en la que nos situamos
todavía. Y es desde esta “Prehistoria” de la especie humana de
la que aún no hemos escapado, de donde el homo sapiens debe
dar el salto definitivo hacia su humanización. Impulso que nos haga
avanzar sin retorno desde la cruel infancia de un niño que juega con
armas de adulto (diferencia históricamente acumulada entre progreso
ético y progreso técnico), hasta la madurez de ciudadanos que
viviendo en una comunidad avanzada, pueden ser felices desde el
cuerpo y la mente de un adulto, sin olvidar el corazón y la
generosidad de un niño18.
Mucho podemos aprender
de los aciertos y errores de la revolución nepalí. Pero lo que está
claro es que es muy difícil saber quién dice la verdad y quién no
de los dirigentes maoístas. Quién está de lado del pueblo y quién
de mano de los explotadores, porque ni nosotros ni sus propios
seguidores nepalíes poseemos ni un tercio de la información que
ellos manejan. ¿Cómo saber si Bhattarai es un “vendido” o está
haciendo todo lo que puede para luchar por la acumulación de fuerzas
revolucionarias en una posición precaria de fuego cruzado? ¿Cómo
averiguar qué habló verdaderamente con el primer ministro de la
India a puerta cerrada? ¿Cómo conocer qué les respondió Kiran a
Prachanda y Bhattarai cuando le llamaron a su casa para que volviera
al partido? ¿Cómo saber cómo y en qué términos hablaban todos
ellos con los traficantes de armas cuando estaban en las montañas
durante la guerra? ¿Cómo asegurar qué les cuentan verdaderamente a
los funcionarios del Banco Mundial o al gobierno chino? ¿Alguien
tiene idea, por ejemplo, de qué hablaron Raúl Castro y Bhattarai en
la Cumbre de Río+20 cuando se fueron los periodistas?
Es imposible saberlo y
sin información no podemos obrar con conciencia. Por eso una de las
principales conclusiones que podríamos
extraer de la experiencia nepalí, además del enorme coraje y la
capacidad de lucha de su pueblo, es que necesitamos no sólo trabajar
desde nuestros espacios de poder y militancia por una colectivización
lo más completa posible de la economía; sino por una
colectivización de la información pública bajo control popular19
(salarios, presupuestos, rentas, activos, procedimientos,
financiación, empleos, etc). Debemos exigirles a los “líderes”
que nos lo cuenten todo, o que
se bajen del puesto y se dediquen a trabajar para otros donde guardar
secretos se premie: como la banca o la mafia. La obligación
de los líderes revolucionarios debiera ser decirnos toda la verdad,
correcto; pero la
nuestra debiera ser exigírselo con la suficiente fuerza para que
pudieran hacerlo sin que les volaran la tapa de los sesos. Porque
se pueden matar a los líderes díscolos con los intereses de las
clases dirigentes, pero no a la mayoría de los pueblos. O de lo
contrario, si seguimos como hasta ahora, el divorcio entre las élites
del partido y las bases derivado de la asimetría de información
será inevitable repitiéndose una y otra vez como una farsa
convertida en tragedia. Y la materialización de la traición o la
falta de entendimiento entre la praxis de los primeros por un lado,
y los militantes de base por otro, será simple cuestión de tiempo.
Sólo la colectivización simultánea de la economía, la
información y la toma de decisiones nos llevará a un mundo regido
por una democracia verdaderamente mundial y socialista, que
transforme a cada individuo de la especie humana en coprotagonista de
su vida con iguales derechos que el resto de sus semejantes.
Ya basta de figurar como
“extras” o “secundarios” en esta historia dirigida por el
Capital, pues como todos sabemos gracias al cine, la mayoría de
ellos, o no pintan nada en la película, o al final de la misma
mueren. Nosotros queremos vivir y vamos a luchar por hacerlo.
Nuestros enemigos, pese a sus múltiples disfraces, se llaman
capitalismo, ignorancia y cerrazón; mientras que nuestra única
esperanza la porta aquella parte del género humano que
fraternalmente lucha por su libertad con el poder revolucionario del
amor20.
* Jon Juanma es
el seudónimo de Jon
E. Illescas Martínez,
artista e investigador FCM en
la Universidad Complutense
de Madrid y la
Universidad de Alicante.
Blog: http://jonjuanma.blogspot.com.es/
Correo: jonjuanma@gmail.com
Recientemente ha publicado el libro “
Nepal, la revolución desconocida. Crisis permanente en la tierra de
Buda” , editado por La Caída y distribuido por Traficantes de
Sueños y Virus: http://www.lacaida.info/
El
presente artículo fue finalizado el 4 de julio de 2012 . Tiene
derechos Creative Commons pudiendo ser reproducido libremente en
cualquier lugar siempre que se conserve la totalidad del texto, la
estructura, se cite la autoría y no exista ánimo de lucro.
Notas:
1.
En este sentido, es muy recomendable ver el documental “Women
Rebel” de la directora Kiran Deol, que versa sobre el proceso
vivido por las guerrilleras maoístas y la mujer nepalí en estos
últimos años.
2.
Los miembros de este partido
habían
ocupado
cargos
gubernamentales
mientras
los
maoístas
combatían
contra
el
ejército
monárquico y
frecuentemente se alineaban con posiciones defendidas por los
conservadores del CN.
3.
Prensa Latina, Rechaza
primer ministro de Nepal exigencias de dimisión.
25 de junio de 2012. Ver:
http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=520131&Itemid=1
4.
Alias
de
la
guerrilla,
de
verdadero
nombre
Mohan
Baidya.
5.
Aunque algunos periodistas para facilitar un poco las cosas entre
tanto baile de siglas “revolucionarias”, están optando por
llamarlos Partido
Comunista
de
Nepal
Maoísta
Revolucionario
(PCN(m-r). Aquí un
enlace del resumen de
la
sesión
del nuevo partido para
la
prensa:
http://revolutionaryfrontlines.wordpress.com/2012/06/21/nepal-the-new-maoist-party-meets-and-sets-its-course/.
6.
Alias
de
la
guerrilla,
de
verdadero
nombre
Ram
Bahadur
Thapa.
7.
Los
dalits
son
los
llamados
“intocables”
en
el
sistema
de
castas.
Según
este
sistema,
los
dalits
no
son
siquiera
una
casta
y
por
tanto
están
fuera
del
sistema,
históricamente fueron
condenados
a
realizar
los
peores
trabajos
y
a
vivir
apartados
de
las
castas
superiores.
Actualmente,
al
igual
que
en
la
India,
en
Nepal
no
es
legal
este
sistema,
pero
sí
tiene
gran
fuerza
en
las
esferas
de
los
privado
y
en
las
zonas
rurales (el 80% de la
población vive en el campo).
8.
El Estado de Nueva Democracia, según entrevista a Baburam Bhattarai
realizada por el World
People's Resistance Movement (Britain)
en 2009, sería un “estado proletario democrático” que vendría
después de que los maoístas, en ausencia de una burguesía nepalí,
llevaran a cabo la transición política de Nepal de un estado
semifeudal y semicolonial a una democracia burguesa. Sólo entonces
darían una nueva batalla para pasar de una superestructura política
burguesa a otra proletaria.
9.
La haliya
era un sistema laboral que en la práctica resultaba un esclavismo
parecido al que ejercen los terratenientes del norte de Brasil, en el
cual los campesinos se endeudan por encima de sus posibilidades con
el propio terrateniente para el que trabajan, para comprar enseres y
alimentos que normalmente también vende aquel y de este modo quedan
supeditados a su voluntad hasta que paguen la deuda (normalmente de
por vida).
10.
Según la estimación de la CIA en 2011, publicada en el World
Factbook.
11.
Según Balandana Sharma, coordinador del Secretariado para el Comité
Especial para la Integración en el Ejército, ya “solamente”
quedan, después de seis años, 3129 exguerrilleros en los
acantonamientos, de los más de 19 000 desmovilizados en 2006. Ver
en:
http://timesofindia.indiatimes.com/world/south-asia/Over-6000-Maoists-retire-in-Nepal/articleshow/12748982.cms.
12.
Según opinión de algunos analistas, Prachanda vendría a ser un
“Santiago Carrillo a la nepalesa”, o sea un vividor y un
oportunista especialista en cualquier tipo de transformismo
ideológico.
13.
Para conocer la opinión del Presidente de la Stock
Broker's Association of Nepal,
ver su entrevista en:
http://www.gorkhapatra.org.np/rising.detail.php?article_id=67830&cat_id=29
14.
ILLESCAS MARTÍNEZ, Jon E. (2012) Nepal,
la revolución desconocida. Crisis permanente en la tierra de Buda.
Madrid: La Caída.
15.
ILLESCAS MARTÍNEZ, Jon E. (Jon Juanma) (2011) España,
una nueva colonia en un mundo en quiebra. En
CEPRID, el 10 de octubre de 2011.
Ver en:
http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1261
o en italiano: ILLESCAS MARTÍNEZ, Jon E. (Jon Juanma) (2011)
Spagna, una nuova
colonia in un mundo in fallimiento. En
ComeDonChischiotte, 12 de octubre de 2011:
http://www.comedonchisciotte.net/modules.php?name=News&file=article&sid=2135
.
16.
En el capítulo III del libro primero de El
Capital, Marx define
al dinero con su poder social privatizado como el gran leveller
de la sociedad de
mercancías, el que suprime todas las diferencias entre ellas.
17.
Cada vez más, India y China se mueven en una dirección cercana a
instaurar una nueva guerra fría planetaria:
http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2012/04/120419_china_india_gran_juego_adz.shtml.
18.
ILLESCAS MARTÍNEZ, Jon E. (Jon Juanma) (2010) Niños,
hormigas y dinosaurios.
En Rebelión, 2 de abril de 2011:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125603.
19.
Por primera vez en la historia esto es posible, debido al prodigioso
avance de las telecomunicaciones y la informática, lo que en el
marxismo son consideradas como parte del desarrollo de las fuerzas
productivas.
20.
El Che Guevara ya destacó que el amor debería ser una cualidad
imprescindible en cualquier revolucionario.
Manifestación maoísta con danzas y cánticos.
Simpatizantes maoístas luchando por los derechos de los campesinos en las tierras ocupadas.
Enorme concentración maoísta.
Guerrillerxs maoístas.
Primer Ministro actual de Nepal, Baburam Bhattarai.
Prachanda, exlíder de la guerrilla y actual Presidente del PCUN(m)
Kiran, líder del nuevo partido maoísta, el PCN(m)
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