Los ricos contra Trump y Coca-Cola contra el Pato Donald
Al parecer, nadie que merezca el respeto de los respetables apoya a
Trump. O eso dicen. Incluso es conocido que antes de su victoria
electoral, el mismísimo George W. Bush., otrora paradigma del
conservadurismo global, se posicionó contra el sufrido oligarca.1 También durante la campaña, el pobre multimillonario padeció el acoso de la mayoría de los medios masivos.2
Incluso una vez electo presidente, el septuagenario y mediático líder
de la nueva derecha “nacionalista-internacional” encontró una inesperada
y “temible” adversaria: Madonna, que auguró a la plebe que la adora una
revolución “del amor” (es decir, sin expropiaciones).3 Por
si fuera poco tener de enemiga a la menos virgen de todas las célebres
damiselas de la siempre inmaculada industria del pop, ahora a Trump le
ha surgido un nuevo problema con mediáticas curvas: Katy Perry. Así es,
porque la también cantante, poseedora de la cuenta con más seguidores de
Twitter, no deja de ensañarse con el Tío Gilito de la política mundial.4
Poco importa que la señorita Perry grabara un videoclip
propagandístico para el Pentágono con el asesoramiento de los Marines
para nutrir de mujeres sus filas o que hiciera diversos conciertos para
ayudar a su ejército en sus imperialistas aventuras allende los mares.5 Ahora Perry está “concienciadísima” de querer proteger a los más débiles.6
La multimillonaria estrella del pop ha sido una convencida demócrata de
toda la vida, es decir, desde que Obama ganó el Nobel de la Paz y
prometió sin cumplir cerrar Guantánamo para siempre. Barak, por su
parte, siendo presidente, animaba a los jóvenes a ir a los conciertos de
su archiconocida amiga.7
Pero
hasta con el primer presidente mulato en retirada de La Casa Blanca,
Perry siguió fiel a los candidatos demócratas y no le guardó ningún
rencor a Hillary Clinton, su otrora adversaria, a la que apoyó
decididamente desde el inicio de su segunda intentona presidencial.
Tanto cuando se enfrentó al izquierdista Bernie Sanders por la
candidatura demócrata como cuando más tarde tuvo que vérselas con el
victorioso vaquero republicano, agente Trump: Donald Trump. En su
militancia, Perry, pese a tener unos padres ultraconservadores,8 llegó a grabar un vídeo semidesnuda a favor de Clinton y a prometerle una canción electoral.9
Pero nada de eso bastó para que la mujer de George pudiese continuar
con el legado político de Barak: en otras palabras: la política
Coca-Cola.
¿Pero en qué consiste esta chispeante y gaseosa praxis política? La política Coca-Cola es el soft power de Joseph Nye o la publicidad corporativa de siempre, que ni la descubrió Naomi Klein con No Logo
ni Philip Knight con Nike, sino los asesores de Rockefeller en 1914
(tras una masacre obrera a manos de sicarios del empresario), derramada
en la arena política.10 En bruto: a Dios rogando y con el
mazo dando. Como Coca-Cola, sirviendo con su mano izquierda anuncios de
relajada gente guapa y “enrollada” sonriendo en la playa mientras con la
diestra deja a cientos de trabajadores sin empleo, aplasta la
disidencia sindical o desobedece sentencias judiciales.11 La
praxis Coca-Cola se basa en cometer las mismas fechorías capitalistas e
imperialistas de siempre, pero con un halo de santidad “cool” que les hace parecer justo lo contrario de lo que son.
Para los convencidos de esta política del marketing (no, no
hablamos de la mayoría de dirigentes de Podemos), Obama, por ser
“negro”, era mejor y menos racista que sus predecesores, pese a que
expulsó a más inmigrantes que todos los presidentes blancos anteriores.12
Hillary, por el mero hecho de ser mujer (siguiendo el absurdo prisma
del posmodernismo todavía hegemónico en la izquierda), debería ser más
moderna y sensible que cualquier hombre, pese a que en sus tiempos de
Secretaria de Estado se alegraba de un modo ciertamente nada “maternal”
del asesinato de sus enemigos políticos.13
Como aventuró Terry Eagleton hace casi veinte años y como ha confirmado recientemente Slavoj Zizek,14
hemos llegado a un punto en el capitalismo que ya ni siquiera es
necesario, o cada vez resulta más prescindible, el hecho de otorgarle un
rostro humano al fascismo que requiere cualquier sociedad de clases. En
este sentido, Trump constituye el principio del fin de la moral pública
en la política de masas controladas mediáticamente. Y no puede ser de
otro modo viniendo de un hombre que, henchido en un mitin televisado,
anunció su apoyo a las torturas en los interrogatorios: “¿Qué si apoyo
los ahogamientos simulados? Te puedes apostar el culo a que sí”.15
El patoso Donald, hipercaricaturizado por la prensa “seria”, con su
pose de John Wayne, es el inicio del fin de la política Coca-Cola. Es el
ocaso del soft power de negros y mujeres travestidos, la
extinción de las miradas cándidas y los hollywoodienses discursos para
justificar lo injustificable. Trump es, por fin, el soñado héroe
mediático del trabajador totalmente alienado por el discurso de aquellos
que le oprimen. El presidente estadounidense es como aquel “héroe” de
violentas películas de acción que tras masacrar a “los malos”, mientras
le contemplan temerosos y moribundos, todavía es capaz de mofarse de
ellos con sus propios chascarrillos.
En realidad, Donald Trump y sus mediáticos enemigos no son sino diferentes partes de la élite de la clase dirigente en disputa por controlar la superestructura capitalista actual.
Donald y los nuevos protofascistas electos de derecha son los renovados
rostros que necesita la lógica del capital en esta época de recortes
sin recuperaciones. En este tiempo de capital mundializado y
trabajadores nacionales enfrentados, de jornadas extenuantes pese a la
robotización acelerada y el paro estructural, de necesarios chivos
expiatorios a los que cargar la ira de los aplastados (siempre los
otros: los no americanos, los inmigrantes, los musulmanes, etc.). El
capital actual necesita a Trump y sus acólitos del mismo modo que el
gran capital alemán se sirvió de Hitler poco antes de la II Guerra
Mundial en un contexto de crisis económica con inquietantes similitudes
con la actual.
Frente
al supuesto Pato Donald de la política internacional, Madonna, Katy
Perry y el clan Clinton son parte de una élite predestinada a la
desaparición por ser disfuncionales para contener las contradicciones
sociales que genera el capital hoy día. Por eso serán barridos por los
vientos de la historia, del mismo modo que en un futuro no muy lejano,
la actual izquierda será expulsada del mapa por ser francamente incapaz
de unir y soliviantar a aquellos que son los únicos que pueden revertir
la presente situación de creciente barbarie sociopolítica internacional:
los trabajadores.
Aquellos a los que todavía no se les oye debido a lo fuerte que
resuenan los altavoces de los de siempre en sus taponados y atolondrados
oídos. Pero en algún momento se acabará la música de unos y empezará la
de otros, del mismo modo que se acabó la de Coca-Cola/Obama/Perry en la
política y llegarán las de las nuevas y burbujeantes estrellas
protofascistas del pop que apoyarán a Trump. Así las cosas, hay que
entender que el gran pecado que la élite “ilustrada” del capital no le
perdona a Trump no es que sea racista, chauvinista o imperialista, sino
que se está cagando (y disculpen la palabra) sobre el soft power
que la industria cultural junto con el gobierno estadounidense
cultivaron durante décadas desde el fin de la II Guerra Mundial para
garantizar su hegemonía como potencia mundial. Trump y la nueva élite
que lo apoya, están destruyendo su obra en cientos de
artículos, libros, series de TV, películas, videojuegos o videoclips.
Tanta diplomacia cultural, tantos cerebros engullidos, para que ahora
venga alguien tan tosco a aguar la fiesta.
Quizás cuando deje de sonar como cool el himno de EUA por la mala imagen del Donald constructor de muros, comience a resultar atractivo el himno de La Internacional
o alguno de semejante contenido en las mentes de los sometidos.
¿Nostalgia marxista? Peores cosas se han visto. Quizás en forma de rap o
con guitarras eléctricas, pero, ¿quién se esperaba acaso que alguien
como Trump se convirtiera en presidente de Estados Unidos hace tan solo
ocho años cuando el Yes We Can de Obama sonaba victorioso en los oídos del confundido progresismo mediático globalizado?
No debe resultar sorprendente que los enlatados cantos de sirena de
la élite “buena” resuenen por todo el orbe, lo lamentable es que
nosotros, en tanto que asalariados, los tarareemos. Lo grave es que nos
creamos su propaganda disfrazada de refrescantes anuncios y pegadizos
videoclips, que pensemos que el mañana lleno de amor y convivencia
multicultural que nos garantizan si apoyamos a “sus buenos” serán
posibles en nuestra realidad. Precisamente aquí, en una sociedad-mundo
que todavía sin asentarse se resquebraja por doquier debido a la lógica
del capital que amenaza con explotar impidiendo la consolidación de los
antiguos sueños de emancipación que nos llevaron a lo mejor del
presente. Es decir, los sueños de un mañana donde los ciudadanos
nacionales, los inmigrantes y los refugiados dejen de serlo para
transformarse en lo que ya son pero casi nadie reconoce: trabajadores
internacionales. Si lo hacemos bien, esta vez lo serán, lo seremos, de una sociedad-mundo sin clases, sin muros ni fronteras. El único espacio posible donde los Derechos Humanos dejarán de ser papel mojado para, por fin, habitarnos.
El presente artículo fue finalizado el 20 de febrero de 2017 y publicado en el Topo Express.
Su reproducción, siempre que sea sin ánimo de lucro, se cite la fuente y
la autoría, será libre bajo licencia Creative Commons.
Notas:
- Bassets, Marc (2016), “Los Bush dan la espalda a Donald Trump”. En El País, [en línea], 6 de mayo: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/05/05/estados_unidos/1462472195_378079.html (Consultado el 16/02/2017).
- Lo que le valió el apoyo de despistados trabajadores que lo catalogaron de “antisistema”.
- Gallón S., Angélica (2017), “Madonna: su furia contra Trump, su revolución del amor y sus ganas de estallar la Casa Blanca”. En Univisión, [en línea], 21 de enero: http://www.univision.com/estilo-de-vida/trending/madonna-su-furia-contra-trump-su-revolucion-del-amor-y-sus-ganas-de-estallar-la-casa-blanca (Consultado el 20/02/2017).
- Katy Perry, con más de 95 millones de seguidores, es la cuenta más popular del mundo en Twitter, seguida de otra estrella del pop, el canadiense Justin Bieber, con más de 91 millones de fans (Consultado el 16/02/2017). Esta cantante no deja de increpar a Trump: Gomar, Ignacio (2017), “La reacción de las famosas ante la era Trump”. En El País, [en línea], 13 de noviembre: http://elpais.com/elpais/2016/11/11/viva_la_diva/1478856747_394566.html (Consultado el 20/02/2017).
- Illescas, Jon. E. (2015), La dictadura del videoclip. Barcelona: El Viejo Topo [2015, 2ª ed. 2016], pp. 350/354.
- Con su videoclip Chained to the Rythm (2017), en el cual precisamente critica lo que ella misma ha estado haciendo todo el tiempo desde su Olimpo de Dioses y Diosas prefabricados de la industria del pop: alienar a la juventud global y apoyar a la élite del poder.
- Illescas, Jon. E. (2015), La dictadura del videoclip. Barcelona: El Viejo Topo [2015, 2ª ed. 2016], p. 332.
- Ibídem, p. 7
- Sobre el vídeo: Jerkovich, Katie (2016), “Katy Perry Votes Naked In Latest Video To Turn Out The Vote For Hillary”. En The Daily Caller, [en línea], 27 de septiembre: http://dailycaller.com/2016/09/27/katy-perry-votes-naked-in-latest-video-to-turn-out-the-vote-for-hillary-video/ (Consultado el 20/02/2017). Sobre la canción: Showbiz (2016), “Katy Perry quiere componer el tema electoral de Hillary Clinton”. En La Opinión, [en línea], 24 de junio de 2014: http://laopinion.com/2014/06/24/katy-perry-quiere-componer-el-tema-electoral-de-hillary-clinton/ (Consultado el 20/02/2017).
- En la llamada “Masacre de Ludlow” en 1914: Illescas, Jon. E. (2015), La dictadura del videoclip. Barcelona: El Viejo Topo [2015, 2ª ed. 2016], p. 551.
- Coca-Cola en lucha (2016), “Somos Cocacola en lucha”. Madrid: La Oveja Roja.
- García Marco, Daniel (2016), “Estados Unidos, ¿se merece Barak Obama que lo llamen “deportador en jefe”? En BBC, [en línea], 27 de enero: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/01/160120_obama_deportaciones_eeuu_dgm (Consultado el 20/02/2017).
- Por ejemplo, cuando se enteró del brutal asesinato de Gadaffi. Aquí el vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=Fgcd1ghag5Y (Consultado el 20/02/2017). La reflexión: Wight, John (2016), Hillary Clinton and the Brutal Murder of Gaddafi”. En Counter Punch, [en línea], 21 de octubre: http://www.counterpunch.org/2016/10/21/hillary-clinton-and-the-brutal-murder-of-qaddafi/ (Consultado el 20/02/2017).
- Eagleton, Terry (2005), Ideología. Una introducción. Barcelona: Paidós [1995]. Sobre Zizek: BBC News (2017), “Slavoj Zizek on Trump and Brexit”. En YouTube, [en línea], 17 de enero: https://www.youtube.com/watch?v=2ZUCemb2plE (Consultado el 20/02/2017).
- EFE (2017), “Trump apoya la tortura en los interrogatorios como método efectivo para combatir el terrorismo”. En El Mundo, [en línea], 27 de enero: http://www.elmundo.es/internacional/2017/01/26/58896262e5fdeaad368b465f.html (Consultado el 20/02/2017)
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