Jon Juanma *
¿Qué ocurrió el 25S? No solo vimos
cómo se produjeron cargas indiscriminadas contra los manifestantes
que mayoritariamente se manifestaban pacíficamente en las calles,
sino también un Estado de Excepción en el perímetro largo del
Congreso en Madrid: calles cortadas, prohibición de la libre
circulación por el territorio nacional, etc. Se impidió la libre
circulación de personas y ciudadanos, lo cual no es solo
anticonstitucional sino que rompe la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1948 también ratificada por el actual Reino de
España. En opinión de quien les escribe nos falta una organización
revolucionaria seria que impida lo que pasó el martes, esto es: que
la policía dirigida desde Interior (muñecos de la burguesía)
hiciera con nosotros los manifestantes lo que quisiera desde el
principio, llevándonos como borregos al matadero/palizero desde los
puntos de encuentro. Esto no quita para que denuncie el
comportamiento de manifiestantes violentos (infiltrados o no) que van
desde los policías y paramilitares contratados hasta (algunos)
adolescentes con exceso de testosterona.
La gente está muy quemada y no es para
menos con toda la violencia estructural, la guerra económica, que
estamos sufriendo. Pero no debemos olvidar por mucho que les fastidie
a algunos que la policía es parte del pueblo y no se va a producir
ninguna revolución si no conseguimos que un número importante de
los agentes se sumen a nuestra causa. Si no nos rompemos los sesos
pensando con qué estrategias de organización y pedagogía vamos a
conseguirlo, serán ellos los que mañana nos rompan los sesos a
nosotros. Pido a todos los adolescentes y no adolescentes que van a
tirar piedras a las manifestaciones como quien va a practicar
deportes de riesgo que ese exceso de testosterona lo controlen
masturbándose o buscándose pareja.
La revolución es un tema muy serio
como para que sigan poniéndonos a la policía en nuestra contra y
haciendo las delicias de la derecha más rancia y fascista. Si no
conseguimos que la policía venga con nosotros, no tendremos ninguna
oportunidad de cambiar las cosas, pues al Capital internacional
todavía le quedará la carta del ejército para aplastarnos en
nuestra lucha por una vida digna. Entonces, ¿a dónde queremos ir en
serio sin la policía?. Por favor, tengamos amplitud de miras e
inclusión. La violencia no es nuestra carta ganadora. Debemos
convencer al mayor número de policías y miembros de los cuerpos y
fuerzas de seguridad del Estado para que se pasen a las trincheras
del pueblo. Hacerles entender que están ayudando a cimentar el
infierno que la burguesía ha preparado para las clases populares
españolas, entre las cuales ellos se incluyen junto a muchos de sus
familiares. Por tanto necesitamos una organización revolucionaria
seria (que no tenemos), mayor formación, menos testosterona y más
inteligencia estratégica y fraternidad humana. Podríamos aprender
mucho del pacifismo activo de los compañeros andaluces del SAT, como
Gordillo y Cañamero.
La mayoría de la burguesía
internacional que encarna los intereses del Capital enloquecido ha
decidido que España pase a ser un país en vías de subdesarrollo,
esto es, un país semiperiférico de perfil bajo (como cualquiera
de América Latina en los años ochenta). La burguesía “realmente
gobernante” desea la siguiente configuración social entre la
población española: por una parte una una pequeña élite
dirigente, una lumpemburguesía dependiente de otras
burguesías internacionales (como la estadounidense, la alemana, la
india, la china o algunas árabes), mientras una pequeña porción
de clase media-alta (de un 15 a un 20% de la población) se
encarga de la gestión del Reino. Después nos quedaría un 45-50%
de asalariados ahogados cada día por llegar a fin de mes sin
prácticamente poder de consumo, sin derechos y pagando por todo
los servicios públicos privatizados, con alto desgaste humano en el
trabajo y en el consumo (por la baja calidad del servicio de los
oligopolios privatizados). Ello vendría acompañado de un aumento de
la mortalidad junto a un descenso abrupto de todos los indicadores de
bienestar para este sector. Para finalizar, entre sus planes quedaría
dejar a un 35-40% de la población española viviendo en la
pobreza más denigrante, muchos de ellos sin trabajo reglado,
subsistiendo de la mendicidad, el trapicheo y la mafia. Esta
es la hoja de ruta de la burguesía internacional dirigente en el
Reino de España junto a sus
muñecos del PPSOE, UPD y una parte de la élite dirigente
de Izquierda Unida-PCE (que
como sucedió con el colaboracionista recientemente fallecido
Carrillo durante la Transición o II Restauración Borbónica,
también tienen su papel de contención y gestión del descontento).
Por supuesto, como
colaboracionistas se encuentran también una parte sustancial de la
dirigencia de UGT-CCOO que
siguen vendiendo a los trabajadores por un “plato de lentejas” (o
langostinos) junto a unas rayas de cocaína colombiana que le sirve
la burguesía en sus yates varados en el Mediterráneo o en las
amplias terrazas de un lujoso ático en Madrid o Berlín.
El capital se acumula por nuevas zonas del mundo como Asia (India,
China, etc) junto a ciertos países árabes y latinoamericanos, es
por eso que otras zonas del mundo deben perder parte de la gestión
del plusvalor mundial y España está entre ellas. Por ende, los
asalariados en territorio español, “nacionales” e inmigrantes,
pagarán el pato de esta relocalización viendo cómo aumenta su
nivel de explotación mientras que el plusvalor que les extraen los
burgueses no será devuelto en forma de rentas o préstamos, sino
desviado a otras zonas del mundo para el consumo de sus habitantes
(del mismo modo que antes pasaba al revés, con el flujo
Latinoamérica-España por ejemplo).
Ante este escenario, si queremos
cambiar las cosas, considero que lo mejor que podríamos hacer además
de construir organizaciones de izquierda a la altura de las
circunstancias (anticapitalistas, socialistas y democráticas, con
altos niveles de formación y solidaridad entre sus miembros) sería
hablar con la policía, antes y durante las manifestaciones, pero
sobre todo antes. Tenemos mucho que decirles y no poco que
escuchar. Haciendo un trabajo de pedagogía que les haga entender
que tienen todo por ganar si se pasan a nuestro lado o al menos
boicotean las órdenes que reciban de Interior mediante la
desobediencia civil encubierta. Hagamos propaganda de nuestra visión
de lo que debería ser una policía democrática, donde
los mandos fueran elegidos democráticamente por el pueblo
y los agentes. Donde pudieran
seleccionar cuál es el mejor de los suyos para que la
policía cumpliera su cometido loable, mientras
su dirección no fuera reflejo de intereses polítiqueros,
empresariales y mafiosos; reduciendo el salario de sus altos cargos y
restaurando el salario a los agentes de la calle mejorando sus
derechos laborales: reducción drástica de su jornada laboral,
aumento de las prestaciones y las vacaciones, dotando a los agentes
de incentivos por los objetivos sociales alcanzados y no los
meramente punitivos.
Ser radical no es ser extremista, ni
ser revolucionario es ser un partidario acrítico y atemporal de la
violencia sin sentido. La razón está de nuestra parte. Extendámosla
como la pólvora desde abajo sin pegar un solo tiro o lanzar una
piedra, pues las primeras barreras que debemos superar son las
naturalizadas en nuestras mentes por el sistema burgués. Por
ejemplo, cuando los medios de comunicación nos pintan un escenario
dividido entre “izquierdistas-perro flautas” vs “policías
fascistas”, etc., nos están desuniendo antes de que los
antidisturbios y manifestantes se enfrenten en las calles. Ni todos
los izquierdistas somos “perro-flautas” ni la mayoría de los
policías españoles son fascistas, al menos no en este momento
histórico concreto.
Carguémonos de amplitud de miras,
hablemos más con los agentes, pasemos a muchos a nuestro lado
mientras mejoremos nuestra política comunicacional con ellos durante
las manifestaciones. Borremos de la mente las estrategias (y
cánticos) provocadores/segregadores mientras aumentamos los
esfuerzos por tenderles la mano. No hay nada más revolucionario hoy,
ni nada que pueda dañar más a la burguesía y a los intereses
reproductivos del capital, que destruir su monopolio de la
violencia desactivando a sus ejecutores. Recordémosles que son
asalariados como nosotros, personas como nosotros, con familias en
las clases populares como nosotros. Y recordémoslo nosotros también.
Lo que nos diferencie, no lo agrandemos; entendámonos y caminemos
juntos por la senda hacia una sociedad verdaderamente democrática y
socialista donde el desarrollo tecnológico nos sirva para vivir
mucho mejor en lugar de para ser explotados por una élite
capitalista como sucede hoy día. Élite parasitaria de banqueros
y magnates que nos obligan a vivir con cada vez menos tiempo libre,
sin poder dedicar el tiempo que queremos a nuestra familia, amigos o
aficiones.
*
Jon Juanma es el seudónimo de Jon E. Illescas Martínez,
investigador y doctorando en la Universidad de Alicante y la
Universidad Complutense de Madrid, en temáticas de geocultura,
geopolítica, industrias culturales y análisis del sistema-mundo.
Recientemente ha publicado el libro “Nepal, la revolución
desconocida. Crisis permanente en la cima del mundo.” (La Caída,
2012). Es miembro crítico de Izquierda Unida y el Partido Comunista
de España. También es artista plástico y creador del
Sociorreproduccionismo Prepictórico.
Correo:
jonjuanma@gmail.com
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