Imagen: Kevin Mazur / WireImage/Getty |
Respuesta a Amy Goodman y Denis
Moynihan
A partir
de la debatida actuación de Beyoncé el 7 de febrero en la final de la Superbowl
y con el estreno de su videoclip Formation,1
muchos comentaristas progresistas han señalado estos días el compromiso de la superestrella
houstoniana con la comunidad negra y el movimiento black power. Incluso periodistas de la izquierda estadounidense tan
importantes como Amy Goodman han escrito inusualmente apasionadas odas a la estrella
de la industria musical. Ella y su compañero Denis Moynihan llegaron al punto
de establecer semejanzas entre la multimillonaria cantante, el Black Lives
Matter y los Panteras Negras en un artículo publicado en Democracy Now.2
Sin embargo, ¿qué hay de cierto en todo ello?
En su
mediática actuación en el intermedio de la Super Bowl, Beyoncé y sus bailarinas
vestían completamente de negro (las segundas con el pelo a lo afro y boina) a
semejanza de los Panteras Negras , durante unos segundos de la coreografía
formaron una X en supuesta alusión a Malcolm X y en otro momento también
saludaron con el puño en alto.3 Algunas “sutiles” diferencias con
los movimientos aludidos radicaban en que sus vestidos acababan por las ingles
y que no estaban haciendo activismo en las calles sino actuando en el evento
deportivo más atado al capitalismo mediático de todo el país: la Superbowl, con
el patrocinio de grandes empresas como Pepsi y socios comerciales como Chevron,
Google, Hewlett Packard, Levi’s y un largo etcétera . ¿Qué significa eso? Que
tuvo la luz verde de todas esas grandes corporaciones o sus representantes en
el Levi’s Stadium de Santa Clara para realizar la actuación que presentó. La
coreografía de Beyoncé fue cualquier cosa menos improvisada y todos allí sabían
el supuesto homenaje que se iba a realizar al movimiento negro (el equipo de
realización debía conocer al detalle la coreografía para, por ejemplo, utilizar
un plano cenital para mostrar la “X” cuando las bailarinas se alinearan formando
tal letra).
Por otra
parte, en su nuevo videoclip Formation
(estrenado en Tidal y medio escondido en YouTube) encontramos diversas
alusiones a la comunidad negra y sus padecimientos.4 Podemos
observar, por señalar algunos puntos, una iconografía que alude a la inundación
de Nueva Orleans en 2005 o grafitis exigiendo que paren de dispararles (en
referencia a los asesinatos y abusos policiales que sufren algunos
afrodescendientes) junto al fugaz recuerdo de algún líder histórico como Martin
Luther King que aparece durante menos de un segundo en la portada de un
periódico llamado The Truth (“La Verdad”). Sin embargo, todos estos elementos
de cierto compromiso, junto a varios y más que confusos guiños al orgullo de
negritud, se muestran dentro de un videoclip donde Beyoncé alardea de su
condición de estrella y multimillonaria,
se llama “zorras” al resto de mujeres y no tiene ningún reparo en publicitar
marcas de ropa de lujo como Givenchy o hacer product placement de otras más populares como Adidas o Red Lobster.
Lo cierto es que pese a que Goodman y su compañero comparen forzadamente a
Beyoncé con el Black Lives Matter o los Panteras Negras, la realidad dista
mucho de tal exótica mezcolanza.
Los
Panteras Negras fueron una organización política anticapitalista y armada para
la autodefensa y la ayuda de los afroamericanos creada en 1966. Su máxima
influencia social la alcanzó entre finales de los sesenta y principios de los
setenta con algunos programas de ayuda a las comunidades tan populares como el Free Breakfast (“Desayuno gratis”) para
los niños más desfavorecidos. Como bien señalan Goodman y Moynihan en su
artículo, fueron perseguidos por el FBI mediante un programa de
contrainteligencia llamado COINTELPRO, supervisado por el propio Edgar Hoover. El
movimiento fue destruido desde fuera y desde dentro mediante la guerra sucia
del Estado norteamericano: falsificación de pruebas, suplantación de
identidades y correspondencia, hostigamiento legal, palizas, guerra
psicológica, etc. Es más, algunos de sus líderes fueron encarcelados o asesinados mientras que
otros tuvieron que huir exiliándose en Cuba. Los Panteras Negras no sólo eran
una extensión radicalizada del movimiento negro liderado por Malcolm X o Martin
Luther King, sino que se consideraban socialistas, marxistas, revolucionarios y
gran parte de ellos maoístas (sus seguidores estudiaban como obra de cabecera
“El Libro Rojo” de Mao Zedong y Huey P. Newton, su líder, fue recibido
oficialmente por las autoridades chinas en 1971, un año antes que lo hiciera el
propio presidente Nixon).
Por su
parte, la actual Black Lives Matter es (por ahora) una organización de base con
cierto espíritu posmoderno e ideológicamente situada entre el centro-izquierda y
la izquierda del espectro político que, si bien centra sus actividades en la
defensa de la población negra, también observa una sensibilidad prioritaria con
la comunidad LGTB (afrodescendiente).5 No son un partido político,
ni mucho menos pretenden el derrocamiento del sistema capitalista. Tampoco van
armados para evitar abusos policiales como lo hacían los Panteras Negras ni
practican ningún tipo de internacionalismo revolucionario. Son una organización
de tintes reformistas que militan para que los estándares de la población negra
mejoren. No hay prédica socialista ni lucha de clases. Ni una palabra de
crítica al capitalismo.
En
cambio, Beyoncé, a años luz de los anteriores y ajena a cualquiera de los
padecimientos que sufren las mayorías de su mismo fenotipo, es una multimillonaria
empresaria y rentista del cuerpo que,6 junto a su marido, el ex
traficante, rapero y alto ejecutivo de la industria musical Jay-Z, forman una
de las parejas más poderosas del negocio con contactos con la élite
estadounidense, tanto política (Barak Obama o Hillary Clinton) como empresarial
(Russel Simmons o Warren Buffet), tanto negra como blanca. La máxima liberación de la comunidad afrodescendiente
por la que está dispuesta a “luchar” la ex Destiny Child, mientras contornea el
trasero ligera de ropa, se lame los dedos mirando a la cámara o celebra su
riqueza en sus elitistas vídeos musicales, es aquella que permita a todos sus
miembros transformarse en unos “Bill Gates negro[s]” (como apunta la propia
letra de Formation).7 O
sea, “emancipación” por medio del enriquecimiento individual y la explotación
económica de las mayorías.
Se trata
de la clásica historia del black
capitalism que la misma oligarquía estadounidense ha publicitado desde hace
décadas para integrar ideológicamente a la mayoría de la clase trabajadora
afroamericana en su régimen y de paso dividirla
en sus luchas colectivas con la blanca (justo lo contrario de lo que hacía el
Partido Comunista).8 Desde que tras largas luchas los afrodescendientes
consiguieron los mismos derechos civiles que el resto (1969), en las décadas
siguientes el capitalismo negro se llamó Bill Cosby, Michael Jordan, Oprha
Winfrey o Will Smith. Todas esas estrellas eran y son las que la industria
cultural necesita para vender la imagen del Sueño Americano entre una población
tan castigada como la afrodescendiente. Esta publicitada propaganda afirma que
los negros que se esfuercen por triunfar acabarán haciéndolo sin importar las
condiciones materiales que les rodeen (falta de oportunidades laborales,
pobreza, narcotráfico, etc.). Es decir, sin importar la barreras sistémicas del
pasado y del presente, sin tener en cuenta los siglos de esclavitud y la discriminación
que todavía hoy hacen que los afrodescendientes
en los EUA sufran una pobreza semejante
a la de Irak con un 27,4% de su población en la indigencia, un paro que dobla
al de la población blanca o un 40% de la población presa pese a sumar solo el
12% de la ciudadanía estadounidense.9
De este
modo, con la prédica del black capitalism
al que se incorpora con entusiasmo Beyoncé, la industria cultural hegemónica
conseguirá que las nuevas generaciones de niños y jóvenes afrodescendientes tengan
como referentes para idolatrar a negros enriquecidos bajo las reglas del
capitalismo estadounidense, a negros asimilados burgueses o rentistas, en lugar
de líderes afroamericanos verdaderamente contrahegemónicos. Auténticos héroes y
heroínas que, como en los sesenta y principios de los setenta, lucharon por los
derechos del colectivo y por el de todas las clases populares sin importar el
color de su piel: Malcolm X, Martin Luther King, Huey P. Newton, Angela Davis,
etc.10 La prédica del “capitalismo negro” es una estrategia de la
clase dirigente para lograr la hegemonía de los dominados por consenso, que
diría Antonio Gramsci. Y Beyoncé es clave, como mujer negra de éxito bajo las
reglas del sistema, para conquistar a decenas de millones de adoctrinados por
el flujo del mainstream cultural.
El
problema de su mensaje como traducción
afro del American Way of Life (el “libérate
enriqueciéndote”) es que, por defecto, no puede existir tantos puestos de ricos
capitalistas o rentistas del espectáculo como para que todos los negros puedan
vivir tan holgadamente como ellos. Necesitan a muchos trabajadores negros (y
blancos o de cualquier otro tipo) a los que extraerles el plusvalor mediante la
explotación salarial y a partir de allí obtener las ganancias que les permitan
el despilfarrador estilo de vida del que Beyoncé alardea en gran parte de sus vídeos.11
Aquellos ingresos que permiten a la cantante regalarle a su marido un jet Bombardier Challenger 850 valorado
en 40 millones de $ para su cumpleaños o a éste comprarle una isla privada cerca
de Florida en el suyo.12 Es algo “ligeramente” diferente a por lo
que militaban los Panteras Negras cuando luchaban no sólo contra la opresión
racial sino también contra la opresión capitalista que sufría la clase
trabajadora.
Pero,
¿cómo es posible que una mujer tan preparada como Amy Goodman no pueda ver algo
tan diáfano? ¿Cómo es posible que la principal responsable de uno de los
programas de radio y televisión radical estadounidense más populares (Democracy Now) y la autora de diversos
libros críticos con el gobierno más poderoso del mundo se rinda tan fácilmente
a los encantos de una estrella de la industria musical simplemente por aludir
de la forma más banal, superficial y contradictoria posible a un movimiento por
el que ella siente simpatía?
En
realidad, tristemente, es más sencillo y mundano de lo que parece. Una de las
causas estriba en lo que en psicología se llama el efecto halo por atractivo
físico. Se utiliza ampliamente en publicidad para conquistar al consumidor y se
trata de un sesgo cognitivo que falsamente hace creer al espectador que una
persona, por el mero hecho de ser atractiva, es mejor de lo que realmente es en
otros aspectos de su personalidad. Por ejemplo, si una mujer es bella, la vemos
más inteligente, más generosa, más audaz y quizás en el caso de Beyoncé… más “comprometida”
de lo que realmente es, ante el menor gesto en esa dirección. Todo aquello que
el espectador considera bueno, será reforzado e hipertrofiado por el atractivo
sexual y el carisma. Otra de las razones que sustenta el entusiasmo de Goodman radica
en que en el Olimpo de Dioses y Diosas Manufacturados desde las industrias
culturales hegemónicas (TV, música de masas, prensa y cine comercial, etc.) son tan infrecuentes los casos de
compromiso social o político que, cuando alguna de estas prefabricadas
celebridades se pronuncia al respecto, aunque sea del modo más vago, ambiguo y banal
posible, encontrará la simpatía de muchos intelectuales de izquierda huérfanos
de referentes conocidos que apoyen sus causas. Es decir, les ayudarán a
sentirse menos solos de lo que en realidad están.
En otras
palabras, con la ambigüedad de su mensaje “pro black power” el equipo de producción y marketing de Beyoncé consiguió con Formation y su actuación en la Super Bowl llegar a (casi) todo el
mundo a la izquierda de los republicanos más duros (que no interesan a la
artista pues ya los había “ahuyentado”
hace años con su apoyo público al Partido Demócrata). Con este “escándalo”
premeditado alcanzaron simultáneamente a la mayoría de gente que no le importa
en absoluto el decurso del movimiento negro y simplemente disfrutará con las
coreografías de las sensuales bailarinas danzando al ritmo de los éxitos
precocinados del repertorio de Beyoncé y a aquella minoría preocupada por la
suerte de la comunidad afrodescendiente que verán compromiso donde sólo hay
oportunista pose. Sumado a ello, la polémica en los medios republicanos le otorgará
a la cantante una presencia mediática extra y una victimización/defensa en el
bando progresista que le resultará ciertamente rentable. Resultado: más publicidad
y beneficios para Beyoncé y sus auspiciadores.
Complementariamente
a lo anterior, todo este calculado revuelo pudiera tratarse (también) de una
hábil estrategia de marketing de
Jay-Z, el marido de la cantante, para
volver a colocar en el escaparate mediático a su maltrecha plataforma de vídeos
en streaming, Tidal (donde se estrenó
el videoclip en exclusiva), la cual está siendo un estrepitoso fracaso
comercial.13 Por eso la empresa recientemente anunció que donaría
1,5 millones de $ a diversas ONG que se centran en ayudar a la población
afrodescendiente.14 Una forma de atraer y fidelizar, al menos, al
público negro. Como no alcanzan al mayoritario, que era su objetivo primario al
lanzar la empresa (ni más ni menos que competir con YouTube o Spotify), más
vale ser cabeza de ratón que cola de león. Todo dentro de la consabida y
publicitada “responsabilidad social” del mundo corporativo. La caridad de
siempre difundida por los focos y las ruedas de prensa que sirven para mejorar
la percepción de la marca entre los (posibles) consumidores.
En síntesis,
Beyoncé Knowles es parte del engranaje de la misma oligarquía política y
económica que saca rédito de la opresión “racial” y económica de las mayorías
trabajadoras negras (y blancas) estadounidenses. Ayuda a dividir a la fuerza de
trabajo norteamericana sobre el eje “racial” (fenotípico) que desplaza al
científicamente objetivo y estructural de “clase”, abaratando así su valor (sus
salarios), al dificultar las luchas unitarias. De hecho, la cantante apoya a la
candidata más a la derecha del Partido Demócrata, Hillary Clinton, frente al
socialdemócrata de izquierdas Bernie Sanders, en su pugna por ser la candidata del
partido a las elecciones de este año.15 La misma mujer que rio a
carcajadas cuando como Secretaria de Estado de Obama se enteró que Gadafi había
sido asesinado,16 la misma que es parte integrante del imperialismo
estadounidense que con sus guerras aplasta las vidas y los sueños de tantos
pueblos alrededor del mundo sin importar el color de su tez.
Beyoncé es
como Obama, puro marketing, resultona
pose y publicitado “cambio” para que nada cambie. La cara amable, “liberal”, de
un capitalismo atroz, frente a la cara antipática, “conservadora”, de los
halcones republicanos. Pero todos juntos dentro de las filas de la oligarquía
imperialista estadounidense. Así, pese a
todas los gestos supuestamente “progresistas” que hiciera en su actuación en la
Super Bowl, lo importante es que por encima de Beyoncé seguirá brillando el
logotipo del capital (en este caso de la patrocinadora Pepsi) mientras canta
(sin rubor) que “es una estrella” y que le sobra el dinero. Y pese a ello, el
efecto halo es tan poderoso que valerosas activistas como Amy Goodman seguirán
creyéndose lo que muchos no nos creímos con Obama pese a la amplitud de su
sonrisa: que su praxis fuera verdaderamente contrahegemónica. Eso sí, hay que
reconocer el compromiso de Beyoncé en un punto y es que efectivamente es una
sincera militante de una causa muy especial: el tamaño de su bolsillo. Así
puede ser activista de muchas que le ayuden a engordarlo. Hoy será la población
negra y mañana… ¿quién sabe? Estamos seguros que no será la lucha contra un
capitalismo que la encumbra hasta la estratosfera de la jerarquía social y le
permite disfrutar de una riqueza francamente obscena.
Uno de
los comentaristas de izquierda fascinados por el supuesto compromiso de Beyoncé,
Dave Zirin, afirmó: “Estoy francamente asombrado que este país, en el que se
pueden servir salchichas con copos de oro mientras la gente se muere de hambre
en las calles, también puede ser un país capaz de producir una artista tan
audazmente brillante como Beyoncé”. Suponemos que con lo de “brillante” se
refería a los zapatos de oro y diamantes que la diva compró por más de 300.000 $
en una elitista joyería de Reino Unido.17 Con esa cantidad, la
“comprometida” cantante podría haberle salvado la vida a más de uno de sus
“hermanos”. Pero claro, es que los zapatos eran tan bonitos… casi tan
irresistibles como las salchichas. O el caballo-balancín de oro macizo que le
regaló a su hija, el sonajero de diamantes, la corona de… 18
Moraleja:
así nos va a una izquierda incapaz de construir su propia industria cultural
con sus héroes y heroínas de clase. Presa de los límites del disenso
prefabricado por la industria cultural burguesa. Atrapados, como estamos, por
los vendedores de sueños precocinados y (re) producidos por la oligarquía mediática al servicio del
capital, nos equivocaremos una y otra vez al elegir nuestros referentes. Y
mientras tanto, algunos seguirán muriendo de hambre, mientras otros, y otras,
se alimentan de oro.
Jon E. Illescas es
Doctor en Sociología y Comunicación y Licenciado en Bellas Artes. Es el autor
del recientemente publicado “La Dictadura del Videoclip. Industria musical y
sueños prefabricados” publicado en diciembre de 2015 en El Viejo Topo.
Este artículo fue finalizado el
21 de febrero de 2016 y fue escrito para Topo Express
pero gracias a su licencia Creative Commons se puede compartir libremente sin
ánimo de lucro citando la fuente y conservando el texto original en su
integridad.
Notas:
2. GOODMAN, Amy y MOYNIHAN, Denis (2016), «Beyoncé anota para Black Lives Matter en el Super Bowl». En Democracy Now, [en línea], 12 de febrero: http://www.democracynow.org/es/2016/2/12/beyonce_anota_para_black_lives_matter [Consultado el 19/02/2016].
3. En el siguiente enlace se puede ver el vídeo de
la actuación: https://www.youtube.com/watch?v=-5BPfRHX1SE
[Consultado el 18/02/2016].
4. Para no restar demasiados ingresos a Tidal (la
empresa de su marido), el videoclip se colocó en YouTube pero fuera del listado
del canal oficial de Beyoncé. Lo puede comprobar el lector buscando el
videoclip en la web de streaming de
Google y comprobando la inusitada dificultad que se enfrentará al intentar
localizarlo. Al menos, ésta era la situación a 18 de febrero de 2016.
6. La “renta del cuerpo” es un nuevo concepto
marxista de mi autoría que fue ampliamente presentado y desarrollado en la
tesis doctoral “Industrias culturales y juventud en el sistema-mundo. El
videoclip mainstream como mercancía y como reproductor de hegemonía” dirigida
por Juan Antonio Ríos Carratalá y Ángeles Diez Rodríguez. El lector interesado
lo podrá conocer de un modo divulgativo y más sintético en el libro “La
Dictadura del Videoclip. Industria musical y sueños prefabricados” (El Viejo
Topo, 2015).
7. En una parte de la canción, después de referirse
a su poder adquisitivo dice así: “You just might be a black Bill Gates in the
making, cause I slay/ I just might be a black Bill Gates in the making”. Además
en el último plano que aparece cantando, lo hace con un gesto que en unión con
la letra expresa el poder que le otorga el dinero que posee.
8. El divide y vencerás fomentado por la élite
estadounidense entre los blancos y negros explotados, para dificultar su lucha
solidaria, fue señalado por el historiador marxista Howard Zinn desde el inicio
de la esclavitud contemporánea en las plantaciones sureñas. Ver en ZINN, Howard
(1999), La otra historia de los Estados
Unidos. Hondarribia: Hiru [1980, revisada en 1998 por el autor].
9. ILLESCAS, Jon E. (2015), La Dictadura del Videoclip. Industria musical y sueños prefabricados.
Barcelona: El Viejo Topo, p. 348.
10. En el caso de Malcolm X y Martin Luther King,
esta lucha “interracial” adquirió mayor potencia al final de sus vidas.
Curiosamente, poco antes de morir asesinados.
11. Algunos ejemplos son Irreplaceable, Diva o Partition (donde se comporta de manera
despótica con una sirvienta).
12. ILLESCAS, Jon E. (2015), La Dictadura del Videoclip. Industria musical y sueños prefabricados.
Barcelona: El Viejo Topo, p. 91.
13. MENDOZA,
Omar (2016), «The Tidal Wave of Failure». En Linkedin, [en línea], 16 de febrero: https://www.linkedin.com/pulse/tidal-wave-failure-omar-mendoza
[Consultado el 19/02/2016]. y JIMÉNEZ DE LUIS, Ángel (2016), «Fracasos
innecesarios». En El Mundo, [en
línea], 17 de febrero: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/el-gadgetoblog/2016/02/17/fracasos-innecesarios.html
[Consultado el 19/02/2016].
14. BAKER, Soren (2016), «Jay Z’s TIDAL & Roc Nation Donating $1.5 Million To Black Lives Matter & Other Social Justice Organizations; BLM Rebuffs Report». En HipHopDX, [en línea], 8 de febrero: http://hiphopdx.com/news/id.37385/title.jay-zs-tidal-roc-nation-donating-1-5-million-to-black-lives-matter-other-social-justice-organizations [Consultado el 19/02/2016].
15. ASHAGRE,
Aggi (2015), «Hillary Clinton vs Bernie Sanders: Who Is Your Favorite Musician
Backing?». En Billboard,
[en línea], 22 de septiembre: http://www.billboard.com/articles/columns/pop-shop/6706844/hillary-clinton-bernie-sanders-musician-supporters
[Consultado el 18/02/2016].
16. Enlace al vídeo en que Clinton se entera de la
muerte de Gadafi y ríe a carcajadas, emitido por las noticias de Televisión
Española: http://www.rtve.es/alacarta/videos/revueltas-en-el-mundo-arabe/hillary-clinton-celebra-entre-risas-muerte-gadafi-fuimos-vimos-murio/1232106/
[Consultado el 19/02/2016].
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