David Haines poco antes de morir decapitado a manos de un sicario de Estados Islámico |
Jon E. Illescas Martínez
(Jon Juanma)
Mitad de la segunda
década del siglo XXI, Planeta Tierra. En una presentación en Boston, Bill
Gates, el hombre más rico del mundo se acerca al economista de moda, Thomas Piketty,
y le confiesa que aunque le gusta mucho su libro no quiere “pagar más impuestos”.1
El economista liberal es autor de una voluminosa y promocionada lectura llamada
El Capital en el siglo XXI donde
entre otros asuntos denuncia cómo durante los últimos años las desigualdades no
han dejado de aumentar. Marx lo vaticinó siglo y medio antes, pero los medios
no le hicieron tanto caso. Sin embargo, Gates afirma que no hay que preocuparse
porque para 2035 apenas quedará algún país pobre en el planeta.2 ¡Ciertamente
optimista! Dos décadas antes, es decir, hoy, las 85 personas más ricas tienen
lo mismo que la mitad más pobre de la población mundial.3 Sin
embargo, a la multitud congregada este verano en el puerto de Ibiza para
recibir al jeque Abdulla al Futtaim no parece importarle la sorprendente
inequidad que cruza todas las fronteras. Más bien le maravilla. Están
entusiasmados realizando fotos al fastuoso yate “Radiant” del magnate de
Emiratos Árabes Unidos. Mientras luce varado en el puerto la multitud no deja
de admirar su helipuerto y su inmensa eslora del tamaño de un campo de fútbol,
diseñada por encargo por la empresa alemana Lurssen para la fruición de
millonarios.4 Mientras tanto,
al norte de Irak, en Qadiya, una niña de doce años está siendo violada por un
soldado de Estado Islámico (EI) mientras le explica que lo que le está
haciendo, en realidad, no es pecado. Ella no entiende muy bien de disputas
escolásticas suníes, wahabistas o takfiristas y le suplica que por favor pare de
hacerle daño. Pero el “valiente” guerrero no se amedrenta ante los lamentos mundanos
de la púber. Sabe que la pequeña es creyente de otra religión ajena al Islam,
lo que según los “ilustrados” teólogos de EI le da derecho a violarla como
“infiel”. ¿La recompensa prometida para el yihadista por los ideólogos
financiados por los magnates saudíes y sus amigos occidentales? Acercarse a Dios.5
Y no nos referimos al que ellos adoran (el dinero) sino al que animan a venerar
a los que no lo tienen.
Respiremos hondo, por favor.
Respiremos hondo, por favor.
Los orígenes de Estado
Islámico se encuentran en la invasión estadounidense a Irak en 2003. Fue allí
donde nació lo que luego sería la organización terrorista más brutal de los
últimos tiempos. Después de que el ejército norteamericano y sus aliados
destruyeran el país para conseguir sus objetivos de expolio petrolífero,
privatizaran empresas públicas de los tiempos de Sadam Husein y dejaran a
millones de iraquíes sin prestaciones sociales y en el paro con una mano
delante y otra detrás, estaba cantado que surgirían grupos de extremistas que
en un mar de desesperación sólo podrían aferrarse a una lectura extrema del
Corán y a un irracionalismo a prueba de bombas (nunca mejor dicho). Lo que por
supuesto fue un objetivo estratégico de los ideólogos de la guerra mucho antes
de que ésta se desatara pese a las protestas de millones de manifestantes alrededor
del globo. Por eso una vez invadido el país, nada mejor que dividir a la
población iraquí. Fomentando el enfrentamiento entre chiíes y suníes se
dificultó la resistencia contra el enemigo invasor. Siguiendo con la hoja de
ruta de su agresiva política exterior, luego le llegaría el turno al pueblo
sirio que sufriría una terrible guerra civil impulsada por Estados Unidos y sus
aliados ávidos por manipular cualquier sentido liberador que pudiera tener la
llamada Primavera Árabe. Después de la destrucción del estado iraquí y parte
del sirio gracias a sus “archienemigos” occidentales, Estado Islámico en la
actualidad controla un territorio semejante a toda Gran Bretaña con una
población de entre 4 y 5 millones de personas.6 Desdichados seres
humanos que se han visto transformadas en súbditos con una vida en el interior
del Califato que mezcla el esclavismo, el feudalismo y el pillaje mercantil.7
Una mezcla de modos de producción pretéritos que no puede tener otro futuro que
el expansionismo o la desaparición. El resto ya lo conocemos gracias al
interesado, parcial y acontextual retrato que nos sirven los medios masivos
todos los días: sádicas ejecuciones sumarísimas, persecución religiosa,
aniquilación de la libertad de la mujer, destrucción del patrimonio de la
humanidad, etc. Es triste pensar que en las tierras que otrora fueron cuna de
las civilizaciones de la Antigua Mesopotamia, cumbres de la cultura humana de
su tiempo, ahora se presencie la colisión entre lo peor de dos civilizaciones:
la decadente capitalista-imperialista del mundo desarrollado y la del
terrorífico pillaje irracionalista y patriarcal del subdesarrollado.
El desarrollo desigual
ha sido una constante de la evolución humana. No se alcanzó el Neolítico ni la
Edad de Hierro en el mismo momento en las diferentes regiones del mundo,
tampoco el capitalismo se desarrolló al mismo tiempo en Reino Unido, Alemania,
Japón o China. Sin embargo, a partir de que éste se transformó en el modo de
producción hegemónico convirtiendo a la Tierra en una economía-mundo
capitalista, al desarrollo desigual de las diferentes regiones se le agregó lo
que en el marxismo se conoce como desarrollo “desigual y combinado”.8
Esto significa que por primera vez en la historia producimos bajo la lógica de
un sistema que, al abarcar el globo debido a las necesidades que el capital
tiene de expandirse por nuevos mercados para garantizar la acumulación ampliada,
además de acentuar sin límite las diferencias de clase, debe desarrollar la creación de riqueza en una zona geográfica nutriéndose
del expolio planificado de otras. Es
la conocida división internacional del trabajo. De ello resulta una simbiosis
con fecha de caducidad y final explosivo.
La violencia terrorista
y profundamente salvaje de los reaccionarios de EI nos enseña el camino hacia
un futuro posible. Una distopía que puede dejar de serlo para transformarse en una
lúgubre cotidianidad donde las zonas más desarrolladas se enfrenten en una
guerra permanente contra las más subdesarrolladas y, por eso mismo, explotadas.
Un mañana donde los enriquecidos del sistema mundial gestionen/sacrifiquen a la
mayoría empobrecida como animales de granja para mantener sus privilegios y los
empobrecidos más incultos y extremistas asesinen, una vez reducidos a la
animalidad más desesperada, a los obreros de las zonas “ricas” y a la mayoría
que encuentren en su camino en las zonas pobres. Fronteras y ejércitos
regulares perpetrados con sofisticados drones frente a terrorismo yihadista
diseminado más allá de sus fronteras gracias, entre otros factores, a los
petrodólares de anónimos jeques y a las facilidades que ofrece una
economía-mundo donde los flujos de capitales nadan más rápido que los
inmigrantes muertos en las costas y los jueces que intentan en vano
descubrirlos tras las múltiples caretas que permiten los paraísos fiscales y la
contabilidad “creativa” de las corporaciones multinacionales.
El único sistema que
puede acabar con el poso de desesperación, sufrimiento e ignorancia que produce
un monstruo como Estado Islámico (y los que vendrán si no reaccionamos) es el
socialismo. El único que puede acabar con un Frankenstein integrista que no es
capitalista sino escombro del capitalismo. Un socialismo planetario que
aproveche la interconexión global que nos permite el capitalismo bajo un único
gobierno internacional sometido a una democracia participativa que ponga fin al
desarrollo desigual y combinado. Un sistema-mundo socialista que al acabar con
las fronteras nacionales y regionales impida la existencia de “no ciudadanos” y
acoja a la humanidad como una única familia condenada a entenderse. Sólo así se
podrá garantizar la coexistencia en un planeta maltrecho que afronta desafíos
imposibles de resolver desde una pléyade de estados-nación con intereses
excluyentes en la jungla interestatal capitalista: cambio climático, hambre, guerras,
migraciones masivas, etc. Un socialismo
universal que poco a poco vaya ayudando con recursos económicos y culturales para
que las zonas más retrasadas y vilipendiadas del planeta se desarrollen hasta
que alcancen un nivel que permita a sus gentes un proyecto de vida digno en sus
propios territorios. Donde tengan aseguradas los recursos para alcanzar el
bienestar material y la felicidad bajo el amparo de la libertad y la seguridad
personal. Donde la libre circulación de capitales sea substituida por la libre
circulación de personas en un mundo en que nadie necesite emigrar para ganarse
la vida. Donde los niños vayan a jugar al parque y no acaben siendo el juguete
sexual de integristas religiosos que antes fueron parias de un sistema que los
ignora cuando no los aplasta.
El capitalismo puede servirnos de trampolín para construir esa sociedad superior que sólo puede ser mundial, pero si nos dormimos en los laureles quizás su lógica depredadora en busca del máximo beneficio también pueda traernos al presente formas de explotación y esclavitud que pensábamos enterradas en las páginas más oscuras de los libros de historia. ¿Qué futuro mereceremos como especie? ¿Uno donde vivamos en igualdad y armonía desarrollando lo mejor de la humanidad u otro donde las violaciones de niñas y la destrucción de lo mejor de nuestro pasado sea moneda de cambio por los servicios prestados?
El capitalismo puede servirnos de trampolín para construir esa sociedad superior que sólo puede ser mundial, pero si nos dormimos en los laureles quizás su lógica depredadora en busca del máximo beneficio también pueda traernos al presente formas de explotación y esclavitud que pensábamos enterradas en las páginas más oscuras de los libros de historia. ¿Qué futuro mereceremos como especie? ¿Uno donde vivamos en igualdad y armonía desarrollando lo mejor de la humanidad u otro donde las violaciones de niñas y la destrucción de lo mejor de nuestro pasado sea moneda de cambio por los servicios prestados?
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Jon Juanma es el pseudónimo de Jon E. Illescas Martínez. El autor es Licenciado
en Bellas Artes y Doctor en Sociología y Comunicación. Correo: jonjuanma@gmail.com Blog: http://jonjuanma.blogspot.com.es/ .
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El artículo fue finalizado el 26 de agosto de 2015.
Notas:
1. EL HUFFINGTON POST (2015), “Bill Gates a Pikkety:
“Me encanta tu libro, pero no quiero pagar más impuestos””. En El Huffington Post, el 5 de enero de
2015. [Consultado
el 25 de agosto de 2015].
2. RT (2014), “Para el año 2035 en el mundo ya no
habrá casi países pobres”. En RT en
Español, el 22 de enero de 2014. [Consultado
el 25 de agosto de 2015].
3. BLANCHAR, Clara (2014), “85 ricos suman tanto
dinero como 3.570 millones de pobres en el mundo”. En El País, el 20 de enero de 2014. [Consultado
el 25 de agosto de 2015].
4. GÓMEZ V. y FERRER, Laura (2013), “El yate de 224
millones en el que no navegó el jeque del Málaga”. En La Opinión de Málaga, el 9 de julio de 2013. [Consultado
el 25 de agosto de 2015].
5. CALLIMACHI,
Rukmini (2015), “ISIS Enshrines a Theology of Rape”. En
The New York Times, el 13 de Agosto de
2015. [Consultado
el 25 de agosto de 2015].
6. MÁIQUEZ, Miguel (2015), “Estado Islámico: el ‘califato’
del terror cumple un año”. En 20 Minutos,
el 28 de junio de 2015. [Consultado
el 25 de agosto de 2015].
7. Ibídem.
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